La importancia de los programas de Gobierno

Sr. Director:

A poco menos de un año de la próxima elección presidencial, predominan en el debate político las preocupaciones sobre precandidatos, procedimientos de definición de los candidatos, pactos electorales, alianzas políticas y la importancia que tendrán las encuestas en la toma de decisiones.

Todo ello es razonable. Sin embargo, se olvida un elemento crucial: el programa de gobierno o, al menos, sus lineamientos generales. Esta hoja de ruta debiera contener una visión del país hacia el cual se aspira avanzar, con miradas de largo plazo, y no solo acerca de la coyuntura o a las temáticas hoy presentes en la agenda pública.

En ese sentido, ¿cuál es el espacio en el que se está llevando a cabo esa discusión programática y quiénes la están conduciendo? ¿En los partidos políticos? ¿O entre los grupos de cercanos, asesores y expertos, que acompañan a los candidatos? ¿O en otro tipo e instancias?

Desde la Ciencia Política se sostiene que los partidos políticos debieran ser espacios privilegiados de discusión. Canalizar intereses y demandas, y configurar propuestas acordes a su ideología. Debatir alternativas, tomar posición respecto a los problemas públicos y establecer prioridades. Asimismo, se espera que entre sus simpatizantes existan expertos que pudieran alimentar las propuestas, rol que también podrían cumplir centros de estudio. Buenos candidatos debieran estar rodeados de buenos expertos, que proponen y definen. Pero ¿y si no es así? Al menos es razonable cuestionar cómo alcanzan sus espacios de influencia y transparentar que sus definiciones quedan a acotadas a un pequeño grupo de personas, y que, por tanto, existirán sesgos en las alternativas a discutir. También pueden generarse instancias participativas e inclusivas de otros actores relevantes. Encuentros ciudadanos, plataformas web y otros espacios pueden ser un medio para recoger visiones desde distintos sectores. Esto permite ampliar la discusión. Sin embargo, los criterios de priorización de las temáticas no siempre son claros, como tampoco el carácter vinculante de estas instancias, existiendo el riesgo de que sean participativas de fachada.

En rigor, las tres alternativas no son excluyentes y pudieran complementarse de manera virtuosa. El punto aquí es que hoy, salvo algunas excepciones, se desconoce cuáles están siendo utilizadas por los candidatos. Algunos han anunciado que socializarán sus programas próximamente. Ya es tiempo de hacerlo.

Cecilia Osorio G. — Directora Ciencia Política, U. Alberto Hurtado

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