La lección de español

Sr. Director:

En los Centros de Salud Familiar (CESFAM) Violeta Parra y Dr. Gustavo Molina Guzmán, de Pudahuel, los voluntarios del Servicio Jesuita a Migrantes trabajan lealmente bajo cualquier condición climática, sin vacilación, y siempre están en línea para coordinarse y asegurar que las clases de español a los inmigrantes haitianos se hagan.

Como lector de revista Mensaje, he querido relatar mi vivencia ahí. Está el caso de una voluntaria que se desempeña en el primero de ambos centros. Ella consiguió permiso en su lugar de trabajo para terminar su horario laboral más temprano y hacer un largo recorrido para participar de las clases. En ambos centros, hay otras de ellas que apoyan sirviendo café o cuidando a los niños mientras sus padres están en clases.

Todos los alumnos son tímidos. Se cuidan de estar bien presentados. Hablan bajito y siempre sonríen al hablar. Un alumno-papá me contó que su hija, nacida en Chile, se llama Rayén porque ese nombre suena muy parecido al nombre de una flor en creole. Otra bebé es Rosa. Ambas, con nombre y nacionalidad chilena, son la muestra empírica de cómo los haitianos se incorporan gradualmente en las raíces más profundas de la sociedad chilena. Una alumna me contó que espera tener diez hijos en nuestro país: «No importa», me dijo, cuando le comenté que era difícil criar a tantos.

La mayor concurrencia a clases la tuvimos un martes de junio. Cuatro madres llevaron a sus bebés de solo unos meses, e incluso amamantaban, con naturalidad, durante ese rato. En la tarde llegaron otras madres con niños de entre 5 y 7 años. Se improvisó un jardín de infantes, con láminas para colorear, lápices de goma y golosinas.

Esta imagen de doce alumnos, más cuatro bebés y cinco niños, más los cuatro monitores, es una muy real representación de cómo se llevan a cabo las clases en español en Pudahuel. Es mucho más que una lección de idioma. Es el encuentro de dos culturas muy distintas, que no tenían posibilidad de encontrarse de forma casual, ni historia similar —nada— hasta que la necesidad de migrar los hizo salir de su lugar de origen y vivir esto. Hay aquí una imagen que es bueno compartir, ojalá para hacer partícipes a más chilenos de este encuentro que se está produciendo.

Juan José Ferreira
Voluntario
Servicio Jesuita a Migrantes

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