La renuncia del vicepresidente de Uruguay

Raúl Sendic dejó el cargo luego de que el tribunal de conducta de su coalición lo encontró culpable de gastos irregulares por unos 4 mil dólares.

En varios países de América Latina, donde una quincena de ex presidentes, funcionarios de gobiernos y legisladores están siendo investigados por casos de corrupción que abarcan millones de dólares, cuesta entender que el vicepresidente de Uruguay haya renunciado por no poder justificar gastos por unos 4 mil dólares, realizados cuando estuvo a cargo de la petrolera estatal.

A todas luces, o, quizás, demostrando poseer pocas, Raúl Sendic, líder de uno de los sectores más radicales de la coalición de centroizquierda que gobierna el país desde 2005, no pudo aportar explicaciones coherentes acerca de gastos menores realizados con la tarjeta corporativa de la petrolera. Compras que bien podría haber realizado con su propia billetera y que no se ajustan al protocolo de manager, que acepta gastos en hoteles y restoranes de gran categoría, regalos empresariales, pero no la compra de un short o de libros para lectura personal. La paradoja es que es un protocolo reglamentado por el propio Sendic durante su gestión al frente de Ancap, la petrolera estatal.

Sendic paga, quizá, la culpa de su torpeza política, la misma que lo llevó a balbucear confusos argumentos para asegurar que en Cuba había conseguido un título universitario del que no logró documentar la existencia. También en este caso se trató de un pecado menor, acaso originado por el deseo de mostrar un currículum acorde con su rol de liderazgo. Sin embargo, habría causado menos ruido admitir que no poseía tal título en lugar de asegurar que presentaría títulos que nunca presentó. El tema de fondo muy probablemente es otro, y no deja de hacer ruido: se lo acusa de una gestión irregular de Ancap, durante la cual, para peor, acumuló un déficit de 600 millones de dólares. Hay una investigación judicial en curso y cuando sea llamado para responder de las acusaciones no tendrá los fueros como vicepresidente.

El tribunal de conducta política de su propia coalición, el Frente Amplio, lo condenó por abrumadora mayoría este fin de semana. Sendic no esperó que se decidiera la sanción correspondiente y dejó el cargo.

Ante el descaro de figuras como el ex presidente de los diputados de Brasil, Eduardo Cunha, quien sostuvo argumentos estrafalarios para justificar coimas por millones de dólares en sus cuentas privadas, los errores de Sendic pueden generar hasta cierta ternura. Incluso en la historia del propio Uruguay no será difícil encontrar casos de conflicto de intereses en figuras destacadas de la política nacional. Pero no debe inducir a la indulgencia la escasa consistencia de los montos en cuestión. Lo grave es no poder explicar algo tan simple como los comportamientos que la ciudadanía exige que sean transparentes: trátese del propio currículum de estudios, de los gastos de una tarjeta de crédito que pagan los contribuyentes o de la gestión de una empresa pública.

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Fuente: http://ciudadnueva.com.ar

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