La vida en minúsculas

¿Cómo poder encontrar en las minúsculas una fuente siempre nueva de espiritualidad, de imaginación, de encuentro, de plenitud? ¿Dios en las minúsculas? ¿Un Dios minúsculo?

Escribe el poeta venezolano Leonardo Padrón en su poema Minúsculas:

“La vida es un sonido en la vía láctea.
Un murmullo en la ventisca.
Nadie sabe noticias en otra dirección.

La vida ocurre
en minúsculas
como una camisa manchada para siempre”.

Las minúsculas de todos los días. La existencia, literalmente aquello que nos impulsa hacia afuera al decir de Francois Jullien, a movernos, a vivir un desplazamiento vital (ex/sistir) posee una escritura marcada por las formas minúsculas, por los intersticios sutiles. En otro poema titulado Invisible, dice el mismo Padrón: “Una sombra minúscula/ eso pretendo”. Es llamativo pensar cómo las minúsculas tienen que ver con las experiencias en las cuales vamos descubriendo la complejidad, las incertidumbres, los espacios de silencio, las cicatrices escritas y qué significa desplegar nuestra existencia.

Si la vida se escribe con minúsculas, ocurre entre ellas y desde ellas, si la minúscula incluso tiene que ver con lo lento de los procesos, ¿cómo poder encontrar en esas minúsculas una fuente siempre nueva de espiritualidad, de imaginación, de encuentro, de plenitud? ¿Dios en las minúsculas? ¿Un Dios minúsculo? Jon Sobrino habla del Dios menor. Ese es el Dios de Jesús, el Dios del vaciamiento (Flp 2,6-11), el Dios escrito y dicho con las minúsculas de todos los días.

En nuestro tiempo tan acostumbrado a las Mayúsculas se percibe cómo se ha ido dejando a las letras minúsculas en los rincones de lo insignificante. Pero es justamente en medio de esa insignificancia donde las minúsculas renacen nuevas y desafiantes, incluso con y como un desafío de preguntas y dudas. Vida minúscula. Vida empapada y fecundada de lo sutil y de lo tenue.

En el poema titulado Minuta, el mismo Leonardo Padrón declara:

“La vida se escribe con tiza.
Y el tiempo es un fanático de las pizarras limpias”.

¿Qué escribimos en las pizarras de tiza de Padrón? Pienso que lo más interesante de aquello que llamamos la vida, la existencia, es la posibilidad de sumar experiencias, saberes, decires, formas, recovecos, atajos y peripecias. El poeta Padrón concibe que la vida se llena de imaginarios propios de las metáforas, de las pizarras, de las tizas y de las minúsculas. La poesía, la espiritualidad, la teología, las ciencias, las idas y las vueltas deben aprender a vincularse más con las minúsculas. Ellas, las minúsculas, son salvadoras y renovadoras. Eso, en definitiva, es nuestra esperanza.

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