Las escuelas del Servicio Jesuita a Refugiados ofrecen un lugar seguro en el que los estudiantes refugiados como Gharam recuperan la sensación de normalidad y pueden continuar con su educación.
Obligada a huir de Siria, tras el estallido de la guerra hace ocho años, la ya adolescente Gharam sigue deseando regresar a su país. Al igual que otros niños y niñas sirios refugiados en el Líbano, a ella le resulta difícil integrarse, ya que el idioma y otros obstáculos son barreras para su educación e integración. Sin embargo, en la escuela del Servicio Jesuita a Refugiados a la que asiste, Gharam ha descubierto un oasis acogedor.
«Cuando voy a la escuela —explica Gharam— es como si estuviera en otro mundo, un lugar hermoso y maravilloso».
«Allí, mis maestras y amigas me ayudan a olvidar la tristeza y el enfado por la guerra», añade.
LA ESCUELA, UN ESPACIO SEGURO PARA LOS REFUGIADOS
Las escuelas del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) ofrecen un lugar seguro en el que los estudiantes refugiados como Gharam recuperan la sensación de normalidad y pueden continuar con su educación. En medio de las dificultades y las heridas del desplazamiento, nuestros estudiantes descubren que, de nuevo, pueden soñar con un futuro.
«Mis maestros iluminan mi futuro y me guían», dice Nour Sawan, una estudiante del JRS en Kafr Zabad. «Me animan a seguir con mis estudios y ser alguien especial en la comunidad».
Sea una persona especial en la comunidad del JRS. Haga una generosa aportación para ayudar a mantener viva la esperanza en estos jóvenes corazones. Haga su acto de fe, esperanza y amor en estas fiestas haciendo un donativo hoy mismo.
_________________________
Fuente: https://jrs.net