Malak*, de 12 años, huyó al Líbano desde Siria con su familia hace ocho años. Es una estudiante de cuarto curso de una escuela pública local en Jbeil y asiste al programa de apoyo educativo del Servicio Jesuita a Refugiados.
El repentino cambio a la educación online como consecuencia de la propagación del COVID-19 ha impactado a todas y todos en la escuela: docentes, estudiantes, y padres y madres. Los docentes deben ser capaces de impartir sus lecciones utilizando las aplicaciones de los teléfonos móviles, videos y otras tecnologías, debiendo, a menudo, ser autodidactas para poder desarrollar los contenidos a través de la educación virtual; los estudiantes ahora deben estudiar usando sus teléfonos móviles en sustitución del aula tradicional, y los padres deben facilitar el proceso de aprendizaje para que sus hijos saquen el máximo provecho de sus lecciones diarias.
Un resultado positivo del proceso de educación en línea es la mayor participación de los padres en la formación de sus hijos. Deben crear un ambiente estructurado en el hogar para facilitar el aprendizaje, asegurar que comprendan sus lecciones diarias, que envíen sus tareas, y alentarles a que participen con el docente en WhatsApp durante el tiempo de clase.
Malak*, de 12 años, huyó al Líbano desde Siria con su familia hace ocho años. Es una estudiante de cuarto curso de una escuela pública local en Jbeil y asiste al programa de apoyo educativo del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en el Centro Nicolas Kluiters (NKC) de Jbeil. Diseñado para apoyar tanto en el idioma como en las tareas escolares a los estudiantes que asisten a la escuela pública, el programa de apoyo a la educación ofrece programación educativa extra para ayudar a los alumnos y alumnas a progresar en la escuela. Antes del cambio a la educación virtual, Malak asistía al programa de apoyo educativo por la mañana y a la escuela pública por la tarde.
A pesar de haber pasado al aprendizaje en línea, la experiencia de Malak hasta ahora en el NKC ha sido positiva: se adaptó rápidamente al estudio por WhatsApp y participa en todas las clases del JRS, a las que asiste diariamente de 8 a 11 de la mañana, el mismo horario que seguía en el NKC.
“El aprendizaje en línea no me resulta complicado. Nos explican muy bien las lecciones con los videos de WhatsApp, y si hay algo que no me queda claro, puedo preguntar”, dice Malak. Aunque reconoce que la formación online no siempre es fácil, ya que a veces tiene dificultades para hacer preguntas en el grupo de WhatsApp. “Me incómoda [hacer preguntas] ante mis amigos en el grupo. Puedo preguntarle al tutor en privado, pero es preferible hacerlas en el grupo para que todos puedan beneficiarse de las respuestas del tutor”. Malak mira varias veces los videos compartidos por sus profesores para entender bien las lecciones. Ella resuelve los problemas de las tareas y envía las respuestas a sus profesores recibiendo las tareas debidamente calificadas al día siguiente.
La madre de Malak, Alaa, también tuvo que adaptarse a la educación en línea. Lo primero que debió hacer fue instalar wifi para que sus hijos pudieran estudiar online. Malak y su hermano, Ahmad*, que también cursa cuarto grado, tienen clases al mismo tiempo, pero al disponer de un solo teléfono móvil en el hogar deben turnarse para usarlo. “Para mí, los primeros dos días de colegio virtual fueron muy extraños y estaba muy confundida, pero después me adapté y animé a mis hijos a cumplir con el horario y enviar las tareas resueltas a tiempo. Ahora, me aseguro de que ambos comiencen juntos para que no pierdan el curso”, dice Alaa.
Antes de que comenzara la educación online, Alaa ya ayudaba a sus hijos con sus tareas escolares, pero ahora también debe explicar cualquier lección que sus hijos no entiendan completamente. “Realmente me gusta esta experiencia porque estoy recibiendo mucha información y refresco mi memoria”, dice Alaa. “Comunicarme con los tutores es más fácil por WhatsApp. Puedo contactarme con ellos en cualquier momento para comprobar el desempeño de mis hijos. Antes, no tenía más remedio que ir a la escuela y dedicarle tiempo a esto, así que para mí el Whatsapp es un ahorro de tiempo”.
Malak se está acostumbrando a la educación en línea, pero aún extraña a sus profesores y a sus amigos de la escuela. “Los tutores solían motivarme en el aula cuando me felicitaban por mis notas, diciendo ‘bravo’, y mis amigos solían animarme con sus aplausos. ¡Me sentía tan orgullosa de mi misma en esos momentos!”.
Malak aprovecha al máximo su tiempo en la cuarentena practicando dibujo, su pasatiempo favorito. “Dibujo todo lo que se me viene a la mente porque expreso lo que hay dentro de mí. Empecé a dibujar a los seis años”. Malak sueña en convertirse en piloto en el futuro y viajar por el mundo. La educación virtual le ha enseñado a valerse por sí misma, y que la educación se puede seguir independientemente de los obstáculos que enfrentemos en la vida.
* Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de las personas.
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Fuente: https://jrs.net/es