Lo que la fotografía no puede capturar

Nos ubicamos frente al mundo y capturamos sus momentos, aunque dicho capturar (o fotografiar) no sea sino solo una captura dentro de un amplio mosaico de miradas.

“El exceso de sentido, es decir, la poesía, reabre la puerta a la infinidad del lenguaje, a la incoherencia; el error poético reabre el horizonte de posibilidad”.

Franco “Bifo” Berardi

Los últimos días de enero y junto a mi familia tuve la oportunidad de viajar al sur de Chile. Llegamos a Valdivia y desde ahí volvimos hacia Villarrica. Junto a la escritura y la lectura, otro de mis espacios de búsqueda creativa es hacer (o escribir) fotografías. Digo escribir en cuanto la palabra fotografía significa, literalmente, escribir con luz. Quizás la fotografía puede constituir un auténtico trazo de escritura que, como la poesía, posee un exceso de sentido, al decir de Berardi. Cámara y celular en mano me animé a buscar distintos espacios, colores, texturas y momentos que pudiera capturar en las instantáneas. Pero fue en ese componer la fotografía, y ese es el corazón de la escritura de estas líneas, que pensé en cuán difícil es poder transmitir lo que el ojo a través del lente o de la pantalla reconoció al querer tomar la fotografía. La fotografía pareciera no agota el sentido único de lo manifestado en ella, sino que, y al decir de “Bifo” Berardi, va reabriendo la puerta infinita de lenguajes. Una fotografía no es solo la detención de un momento, de un rostro o de un lugar. En la fotografía aparecen sensaciones, aromas, sonidos y espacios que no son susceptibles de capturar con el disparador de la cámara o de un celular. Como dice el poeta sureño Rodrigo Landaeta: “Despiertos en medio del idioma/ enmudecemos igual que un incapaz/ atiende las vibraciones de la naturaleza”.

Gastón Soublette, hablando de la fotografía en su obra Poética del acontecer afirma: “El fotógrafo no puede captar más imágenes que las que es capaz de ver dentro de sí. Por eso se puede afirmar que de lo que abunda el ojo habla la fotografía”. El ojo del fotógrafo mira el entorno, trata de captar algo nuevo, una diferencia, busca su cámara, dispara y captura. Pero esa perspectiva es una perspectiva, no es la perspectiva. En la visión sobre la realidad de la cual somos parte coexisten diversas miradas y cada una de ellas se detiene en un detalle y trata de interpretar lo visto. Soublette habla de que en la composición de una fotografía existe un “significado subyacente” que es puesto por el que compone la toma. Nos ubicamos frente al mundo y capturamos sus momentos, aunque dicho capturar (o fotografiar) no sea sino solo una captura dentro de un amplio mosaico de miradas.

Susan Sontag en su libro Sobre la fotografía expresa que ella, la fotografía, debe ser un acto de “no intervención” y de tener interés por las cosas tal cual son y se presentan. La fotografía por ello no puede capturar la totalidad de lo visto, sino que abre un espacio de nuevas posibilidades de significar aquello que fue plasmado en la captura. Es como el verso de Rodrigo Landaeta: “La cámara capta la universalidad/ de los gestos”. Una fotografía es universal en su visión en cuanto las miradas que sobre ella se posan permiten que se despierten recuerdos y sensaciones. Y en otro verso, dice Landaeta: “El extático tono de la reminiscencia”. Los recuerdos van moviéndose al contacto del ojo con la fotografía tornándose ella en un sugerente espacio espiritual, creativo y abierto a nuevos lenguajes y significados. MSJ

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