Lo que nos hace cristianos es seguir a Jesús. Nada más

Hay que estar dispuestos a cargar con las reacciones y resistencias de quienes, por una razón u otra, no buscan un mundo más humano.

Lo que nos hace cristianos es seguir a Jesús. Nada más. Este seguimiento a Jesús no es algo teórico o abstracto. Significa seguir sus pasos, comprometernos como él a “humanizar la vida”, y vivir así contribuyendo a que, poco a poco, se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo donde reine Dios y su justicia.

Esto quiere decir que los seguidores de Jesús estamos llamados a poner verdad donde hay mentira, a introducir justicia donde hay abusos y crueldad con los más débiles, a reclamar compasión donde hay indiferencia ante los que sufren. Y esto exige construir comunidades donde se viva con el proyecto de Jesús, con su espíritu y sus actitudes.

Seguir así a Jesús trae consigo conflictos, problemas y sufrimiento. Hay que estar dispuestos a cargar con las reacciones y resistencias de quienes, por una razón u otra, no buscan un mundo más humano, tal como lo quiere ese Dios encarnado en Jesús. Quieren otra cosa.

Los evangelios han conservado una llamada realista de Jesús a sus seguidores. Lo escandaloso de la imagen solo puede provenir de él: “Si alguno quiere venir detrás de mí… cargue sobre las espaldas su cruz y sígame”. Jesús no los engaña. Si le siguen de verdad, tendrán que compartir su destino. Terminarán como él. Esa será la mejor prueba de que su seguimiento es fiel.

Los evangelios han conservado una llamada realista de Jesús a sus seguidores.

Seguir a Jesús es una tarea apasionante: es difícil imaginar una vida más digna y noble. Pero tiene un precio. Para seguir a Jesús es importante “hacer”: hacer un mundo más justo y más humano; hacer una Iglesia más fiel a Jesús y más coherente con el Evangelio. Sin embargo, es tan importante o más “padecer”: padecer por un mundo más digno; padecer por una Iglesia más evangélica.

Al final de su vida, el teólogo Karl Rahner escribió esto: “Creo que ser cristiano es la tarea más sencilla, la más simple y, a la vez, aquella pesada ‘carga ligera’ de que habla el Evangelio. Cuando uno carga con ella, ella carga con uno, y cuanto más tiempo viva uno, tanto más pesada y más ligera llegará a ser. Al final solo queda el misterio. Pero es el misterio de Jesús”.


Fuente: www.religiondigital.org / Imagen: Pexels.

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