El Papa asume las críticas sobre moral sexual, trato a homosexuales y los “escándalos sexuales y económicos”. El Sínodo de Obispos, que arranca el miércoles, quiere debatir “sin tabúes” los temas que alejan a los jóvenes de la Iglesia.
“Muchos jóvenes no nos piden nada, porque no nos consideran interlocutores para su existencia”. Las rotundas palabras de Francisco durante su encuentro con jóvenes en Tallín (Estonia), sonaron como un aldabonazo a las conciencias de los obispos que, desde este miércoles, participarán en el Sínodo convocado para abordar los problemas de una juventud que, mayoritariamente, se ha alejado de la Iglesia.
En dicho encuentro, Bergoglio se comprometió a hacer suyas las aportaciones que miles de chicos y chicas de todo el mundo hicieron durante el debate del Instrumentum Laboris y en la reunión del “presínodo” que el Papa ha querido fijar antes de cada reunión sinodal. Y es que, mientras la decisión solo esté en manos de los obispos, Francisco pretende que los auténticos protagonistas tengan voz, y que esta sea asumida por los padres sinodales. “Los jóvenes piden un cambio radical en la Iglesia”, asumió el secretario Especial de la XV Asamblea General, Giacomo Costa.
¿Y qué es lo que preocupa a los jóvenes? Mayoritariamente, el alejamiento de la Iglesia, su ambigua postura respecto a los abusos, la homosexualidad o las cuestiones de género. Los jóvenes que participaron en el presínodo fueron muy claros, y pidieron al Vaticano que “afronte de manera concreta argumentos controvertidos como la homosexualidad y las temáticas de género, sobre las cuales ya los jóvenes discuten con libertad”.
Así, la Santa Sede ha asumido el distanciamiento de las nuevas generaciones respecto a la “moral sexual” de la Iglesia católica. Como recogió el propio Papa en Tallín, “un número consistente de jóvenes, provenientes sobre todo de áreas muy secularizadas, no piden nada a la Iglesia porque no la tienen como un interlocutor significativo para su existencia. Algunos, piden expresamente ser dejados en paz, porque sienten su presencia como fastidiosa e irritante”. Una realidad preocupante, pero que hay que afrontar de manera urgente.
En el Instrumentum Laboris se subraya cómo el alejamiento de los jóvenes “no nace de un desprecio acrítico e impulsivo, sino que está radicado en razones serias y respetables” como “los escándalos sexuales y económicos”. Así, se afirma también que los jóvenes piden a la Iglesia que refuerce su política de tolerancia cero contra los abusos sexuales en sus propias instituciones. “El trabajo de la Iglesia es hacer razonable sus propias posiciones doctrinales y éticas ante la sociedad contemporánea”, afirma el documento.
“Muchos jóvenes no siguen las indicaciones de la moral sexual de la Iglesia”, apunta el texto, que añade que “ninguna Conferencia Episcopal ofrece soluciones o recetas”, si bien “muchas son de la opinión que la cuestión de la sexualidad debe ser discutida más abiertamente y sin prejuicios”. El aborto, la homosexualidad o la convivencia prematrimonial son otros de los asuntos en los que los jóvenes reclaman a los obispos “mayor claridad”.
De igual modo, se insiste a la Iglesia católica que “no puede ignorar” a la comunidad LGTB, que “espera una mayor cercanía y un mayor cuidado” por parte de los clérigos. Así, piden a los obispos apoyo para aquellas personas que “deciden constituir” uniones homosexuales y quieren “estar cerca de la Iglesia”.
El documento de trabajo del Sínodo 2018 constata también la “desilusión” de los jóvenes con las instituciones, incluida la Iglesia católica, y el sentimiento de “indecisión” que reina entre los más jóvenes frente a las elecciones que tienen que hacer para su vida. “La inseguridad de las condiciones laborales y la precariedad social impiden cualquier proyección de mediano a largo plazo”, se lee en el documento. (Jesús Bastante/Ep)
_________________________
Fuente: www.periodistadigital.com/religion