Marta y María: Rostros de una Iglesia nueva

Estas dos mujeres (que viven juntas en la comunidad y en nuestras vidas) nos pueden ayudar a ser Iglesia sinodal.

Domingo 20 de julio de 2025
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 38-4.

Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude».

Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada».

Hace mucho tiempo leí un artículo1 que desarrollaba este evangelio y que me hizo mucho sentido, y hoy al contemplar nuevamente este pasaje bíblico vienen a mí algunas de esas reflexiones que comparto con ustedes. Es este uno de los pasajes más queridos por la Iglesia y también el más manipulado. Definimos a estas dos mujeres en dos aspectos aparentemente en disputa en la vida de fe: acción y contemplación. Vamos ampliar la mirada para ponerlas en el corazón de la Iglesia, pueblo de Dios, comunidad de creyentes.

Estas dos hermanas pueden representar perfectamente a toda la Iglesia como «casa» donde habitan (son acogidos) Jesús y sus discípulos/as. En estas dos mujeres contemplamos a la Iglesia, una en su faceta más externamente activa y la otra más en las labores del pensamiento. Del servicio de Marta, solemos pensar o asociar a trabajos de tipo doméstico (limpiar la habitación del huésped, preparar la comida, servir la mesa, etc). Así, la identificamos como una simple y estresada criada. Pero en el sentido principal del servicio (comprendido en esas primeras comunidades) hablamos de diakonein. Sobre todo, en el evangelio de Lucas, el servicio como diakonia es realizar una tarea ministerial en nombre de y por encargo de la comunidad. Marta es por tanto diácono/niza de la Iglesia en la que habita Jesús, con sus discípulos y discípulas.

El servicio de María, a su vez, es la palabra, el pensamiento, la gestión profunda. Ella a los pies de Jesús, como discípula en aprendizaje del proceso para ser rabino; eso es lo que representa la imagen en tradición judía. Podríamos pensar que Jesús la preparaba para aquello. La función laboral es muy valiosa, pero es más alta la gestión de escucha, del amor, del pensamiento. En este sentido, María es la teóloga-rabina, la pensadora y líder que organiza y dirige la vida de la Iglesia.

Si por un momento dejamos de pensar en estas hermanas desde la mirada tradicional y patriarcal en la que Marta es servidora-criada y María es la contemplativa-pasiva, ambas obedientes y por tanto silenciadas y arrinconadas, nos ayudaríamos a desarmar el clericalismo que pone solo a los varones en la tarea oficial de la Iglesia y que la deja mutilada. Y que nos hacer perder la belleza del mensaje de este pasaje puesto por las primeras comunidades. La comunidad de Lucas nos presenta a estas dos mujeres como icono de su ser y misión. Y en ellas, se ha querido simbolizar el conjunto de la Iglesia.

Entonces, podemos decir, volviendo al relato evangélico: «Marta y María son aquí hermanas más en lo eclesial que en lo carnal (cf. Lc 8, 19-21; cf. Hech 1, 15; 11, 29; 15, 3…); son servidoras o ministros de una comunidad cristiana que recibe a Jesús (a sus delegados)». Marta ha recibido a Jesús y se afana por realizar su servicio, aunque el agobio de las muchas acciones puede separarle de la atención a la palabra en la que todas esas tareas encuentran su cimiento (cf. Lc 6, 46-49). Por su parte, María escucha la palabra, pero no con el fin de quedar callada, sino para cumplir lo que ha escuchado (cf. 8, 21).

Damos otro paso. Marta representa el servicio social y María el servicio del pensamiento. La oración, la mística… los dos ministerios (las dos autoridades femeninas) de la Iglesia y no hay oposición entre ellos. El servicio (especialmente a los pobres) no es en Lucas una tarea secundaria a la contemplación, sino verdad y centro del evangelio. Por tanto, las palabras de Jesús a Marta, le recuerdan (a la Iglesia) el riesgo de unas obras que al desligarse del evangelio (Jesús) pueden convertirse en nuevo legalismo. Si nos separa de la raíz de la palabra, de la fuente que es Cristo, nos perdemos. María sabe que lo más importante es escuchar, pensar, discernir, trazar el camino del reino. Pero esta única cosa necesaria tiene que entenderse como acogida total de Jesús. Es contemplar-pensar en libertad creadora, y en este sentido el evangelio expresa que ha escogido la mejor parte.

Marta representa el servicio social y María el servicio del pensamiento. La oración, la mística… los dos ministerios (las dos autoridades femeninas) de la Iglesia y no hay oposición entre ellos.

Estas dos mujeres (que viven juntas en la comunidad y en nuestras vidas) nos pueden ayudar a ser Iglesia sinodal, de ellas podemos aprender a fortalecer nuestra diakonia como mujeres siempre fecundando la Iglesia, comunidad de creyentes, pueblo de Dios. Una Iglesia sin Marta y María protagonistas en el corazón del pueblo de Dios, está incompleta. Sino aprendemos de ellas, no hemos comprendido qué es escoger la mejor parte.

Hay camino por hacer, sin retroceder. Hagamos de estas dos hermanas camino de transformaciones reales. Todo es posible para la Ruah.

1 Blog de X. Pikaza en Religión Digital, 2019.


Fuente: Mujeres Iglesia Chile / Imagen: Pexels.

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