Monseñor Hinder: Yemen, periferia olvidada del mundo

La guerra en Ucrania puede agravar la grave crisis humanitaria y el hambre en Yemen: lo explica el Vicario Apostólico emérito de Arabia del Sur, recordando que 30 millones de personas sufren gravemente en el país peninsular en guerra desde hace tiempo, ante el silencio de los medios de comunicación. En una amplia entrevista concedida a Vatican News, el obispo también advierte del peligro de beneficiarse de la producción de armas.

La emergencia humanitaria en Yemen que está causando el hambre de millones de personas, es recordada por el Papa en muchas ocasiones, pero se encuentra olvidada por el mundo y por quienes están cansados de oír hablar del conflicto. Esta consideración está en el centro de una larga entrevista concedida a Vatican News por el obispo Paul Hinder, que ocupó el cargo de Vicario Apostólico de la Península Arábiga durante más de una década, y cuya dimisión por límite de edad fue aceptada por el Papa el domingo 1 de mayo. Las cifras del país son trágicas: de una población de 31,9 millones de personas, 23,4 millones necesitan ayuda humanitaria, según la ONU; 17,4 millones, o más de la mitad del total, se encuentran en situación de inseguridad alimentaria aguda, y 2,2 millones de niños corren el riesgo de morir.

El obispo de origen suizo, que cumplió 80 años hace una semana y que supervisó el primer viaje de un Papa a la península arábiga en 2019 con la histórica primera misa celebrada para sus fieles en unos 1.400 años, analiza tanto los frutos de ese viaje como la fase actual en Yemen, donde la tregua acordada a principios de abril está a punto de expirar sin certeza para el futuro:

Monseñor Paul Hinder: aunque todas las partes del conflicto en Yemen han acordado una tregua de dos meses, que además está a punto de expirar, ¿cuál es la situación en Yemen?

Espero que la tregua sea el comienzo de unas negociaciones serias, porque tengo la impresión de que las partes están un poco cansadas de la guerra y se han dado cuenta de que no puede ganarse sobre el terreno. Tienen que encontrar otra manera, y esperemos que funcione. Pero las negociaciones no resuelven todos los problemas. Tenemos que pensar en cómo reconciliar a las distintas facciones del país para que no haya focos que puedan reanudar el fuego en cualquier momento. Este es otro problema.

Son muchos los intereses que alimentan esta guerra. La comunidad internacional guarda silencio sobre Yemen. El Papa ha hecho varios llamamientos. ¿Por qué este tema está ausente en los medios de comunicación? Desde una perspectiva internacional, ¿qué se puede hacer además de proporcionar ayuda humanitaria?

Creo que en parte tiene que ver con la inflación de informaciones y el hecho de que la gente simplemente está cansada de escuchar las mismas noticias una y otra vez. En el ámbito internacional, se ha debatido sobre Yemen en el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU, pero ha ocurrido relativamente poco. La misión especial de la ONU también hizo lo que pudo, pero al final hubo pocos resultados. Es muy difícil decir quién es el responsable de esto. Por supuesto, hay varios protagonistas: Arabia Saudí con sus aliados. Está Irán. Hay cuestiones internas: intereses tribales, políticos, económicos. Desde el punto de vista teológico, también hay que tener en cuenta al diablo, que siempre está ahí para dar problemas. Esto me hace reflexionar más sobre la importancia del poder de la oración, como nos dijo Jesús. Nosotros sabemos cómo rezar.

¿Qué se puede hacer para ayudar a la emergencia alimentaria y la desnutrición que afecta al país?

Veo dos aspectos por encima de todo. Uno de ellos es tratar de establecer corredores de transporte seguros, para que los alimentos y la ayuda puedan llegar a los lugares y regiones críticos. En segundo lugar —esto es quizá igual de importante, si no más—, en cuanto haya un alto el fuego más prolongado y, si es posible, una paz posterior, el país tiene que volver a la producción. Hay posibilidades. Yemen es un país pobre, pero hay posibilidades de producir alimentos dentro y para el país. Sin embargo, una guerra en curso pone en riesgo toda la producción nacional, como ha ocurrido aquí en Yemen y también en Ucrania. En Yemen ha sido así durante años. Me temo que ahora, con la guerra en Ucrania, la situación será aún más grave, porque sabemos que Ucrania es uno de los principales productores de grano e indirectamente de alimentos para diferentes partes del mundo. ¿Y qué pasará si no pueden plantar las semillas y seguir con la producción a causa de la guerra?

—¿Qué valor tienen los llamamientos del Papa para las guerras olvidadas, como los que hizo para Yemen? ¿Hay alguna forma de que la tregua continúe o qué debe ocurrir una vez que expire?

La voz del Papa se escucha, pero ahora estas guerras olvidadas tienen poco interés. Para muchos, Yemen está realmente en la periferia del mundo, aunque sea un lugar estratégicamente importante. La gente solo piensa en Yemen cuando el Canal de Suez está bloqueado y los suministros de Asia y África ya no fluyen como antes. Entonces se asustan. Hay una población de más de 30 millones de personas que sufren en un país antiguo y hermoso. En otras partes del mundo, esto se olvida muy a menudo porque otros conflictos están más cerca del corazón de la gente y también de los medios de comunicación. Yo mismo he hablado con el Santo Padre sobre el comercio de armas y sobre cómo reducir este potencial de conflicto y violencia. Debe ser escuchado y la gente debe seguirlo. También estoy profundamente convencido de que hay gente en Ucrania que se beneficia de toda la producción de armas. Muchos ni siquiera están especialmente interesados en el verdadero objetivo de la guerra. Esta es la tragedia de toda la historia de la humanidad.

Usted fue el referente de la Iglesia para la primera visita del Papa a la Península Arábiga. En esa ocasión, Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar Al-Tayyeb firmaron un documento importante y sin precedentes sobre la fraternidad humana, que aboga por el respeto de los derechos humanos y la dignidad, condenando el extremismo y la persecución religiosa. El Papa escribió luego la encíclica Fratelli tutti sobre estos temas. Después de todo esto, ¿cuáles cree que son los frutos concretos de este encuentro que usted está viendo en toda la Península Arábiga?

Si hablamos de frutos concretos, no es fácil decirlo. Hay algunos signos visibles. Uno de ellos es la famosa casa de Abraham fundada en Abu Dhabi, que debería abrir a finales de este año. Pero se trata —sin restarles importancia— de acciones simbólicas. Por supuesto, es muy difícil ahora, después de dos años de pandemia, decir cuál es el resultado porque la comunicación real del día a día se ha reducido mucho. Muchas iniciativas simplemente se han dejado de lado durante este periodo. Habrá que ver cómo se reinicia ahora que la pandemia parece haber remitido por un tiempo y la comunicación debería poder reanudarse. Creo que la gente está más abierta al diálogo entre religiones. Depende un poco del país. Yo diría que Abu Dhabi no es Kuwait. Arabia Saudí no es Qatar. Bahréin no es Omán. Hay diferencias. Muchos están interesados en que haya más respeto y aceptación mutuos, más conocimiento de los demás incluso en el frente de las diferentes confesiones. Nunca debemos olvidar que podemos aprender unos de otros. No podemos eludir el Calvario para correr hacia la Resurrección.

¿Cómo es ser cristiano y vivir su fe en la Península Arábiga?

Se trata siempre de ser un cristiano verdadero y honesto y de vivir con autenticidad. No debe haber una brecha entre lo que decimos y nuestra vida real, personal y comunitaria. La autenticidad de nuestra vida cristiana es lo más importante. Es interesante que, en los inicios del cristianismo, los esclavos desempeñaran un papel importante para llevar el mensaje de Jesucristo entre la gente. A veces, incluso aquí, veo que el comportamiento de la gente sencilla da fruto en un testimonio auténtico. Pero todos tenemos un poco de tendencia a querer evitar el Calvario y correr directamente a la Resurrección. No funciona así, no funcionó así en la vida de Jesucristo.

Mientras la guerra continúa en Ucrania, ¿qué opina de la tregua que el Papa Francisco ha pedido para esta nación devastada por la guerra?

La posición del Papa Francisco, estoy convencido, es la que estamos llamados a adoptar los líderes cristianos, es decir, la posición de fe y de fuerte compromiso con la no violencia; de compromiso, cuando sea posible, sin negar el derecho a la defensa cuando nuestra existencia vital se vea amenazada. Sin embargo, es difícil decir qué camino tomar en cada momento. Este es uno de los problemas. Incluso los líderes de la Iglesia en Ucrania se preguntan hasta dónde se puede empujar al pueblo a resistir la violencia, la injusta violencia. Creo que el Papa es también lo suficientemente prudente y sabio como para saber que existe una tensión entre la idea de base que debemos defender como seguidores de Jesucristo, como verdaderos cristianos, y la brutal realidad que se está generando en el mundo político. Esto no siempre se concilia. Así que simplemente no tengo una respuesta satisfactoria para el conflicto en Ucrania.

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Fuente: www.vaticannews.va

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