Paolo Ruffini: “El Sínodo ha mostrado una Iglesia joven, sin miedo, llena de entusiasmo, unida”

“He visto la posibilidad de un futuro mejor”, afirma el prefecto de Comunicación vaticano. “No hay comunicación si no hay diálogo, y los informes diarios han sido esto: un diálogo con varias voces”.

¿Para qué ha servido el Sínodo de los Jóvenes? El prefecto del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, el laico Paolo Ruffini, lo tiene muy claro. Para mostrar a un mundo en el que se imponen los enfrentamientos, los gritos y las “fake news”, que hay otra manera. La del diálogo y del “discernimiento de una asamblea en comunión” que se escenificó en todos los informes diarios que Ruffini coordinó. La de “la verdad y la posibilidad de encuentro”.

¿Qué crees que ha comunicado este Sínodo a los jóvenes de la Iglesia y del mundo entero?

Creo que ha comunicado sobre todo la belleza de caminar juntos y la posibilidad de una Iglesia joven, sin miedo, llena de entusiasmo, unida.

Usted ha iniciado su encargo como prefecto del Dicasterio para la Comunicación con un acontecimiento muy fuerte. ¿Cuál ha sido su experiencia personal?

Han sido días muy llenos, muy cansados, pero hermosos. He visto tanta fe, tanto espíritu de comunión. Mucha oración, mucha paciencia para escucharnos los unos a los otros. He visto la posibilidad de un futuro mejor. He visto cómo el Papa guía a la Iglesia acompañando a los pastores, tranquilizándolos, orando con ellos, y cómo los pastores son apoyados por el pueblo de Dios.

—¿Cómo fue la comunicación en los trabajos sinodales?

Creo que bien. En el sentido de que hemos construido un diálogo constante con los medios de comunicación de todo el mundo. Día tras día. No hay comunicación si no hay diálogo. Y los informes diarios han sido esto: un diálogo con varias voces. Compuesto de preguntas y respuestas.

En un mundo acostumbrado a otros mecanismos, donde el debate no es un momento de confrontación, de escucha, de discernimiento, y donde lo que se busca no es la comunión sino el choque, no fue fácil para nosotros explicar la singularidad de este acontecimiento en el que la oración se entretejía con las intervenciones y la asamblea a medida que pasaban los días, se hacía una cosa sola, y bajo el impulso de los jóvenes oyentes, cada vez más joven.

Al final, sin embargo, creo que el mensaje ha colado. En el texto del documento final, pero no solo en él. Ha pasado en la experiencia vivida y narrada por todos los padres sinodales. Por todos los jóvenes.

Durante un mes, el aula del Sínodo ha sido —como ha dicho el Papa— un espacio protegido, donde el protagonista no ha sido nunca la opinión individual de un padre o de un auditor, sino el discernimiento de una asamblea en comunión, que con los jóvenes ha intentado comprender lo que nos dice hoy el Espíritu, para encarnar el mensaje de Jesús y del Evangelio en nuestro tiempo.

Es esto lo que hemos tratado de comunicar. Espero que hayamos hecho lo suficiente, pero también sé que nunca tienes que pensar que has hecho bastante.

Hay un punto en el documento final que se refiere al desafío digital, donde leemos de una invitación del Sínodo a habitar el mundo digital, promoviendo las potencialidades comunicativas para impregnar de Evangelio sus culturas dinámicas. Y luego se espera la creación de oficinas y organizaciones para la cultura y la evangelización digital, precisamente para fomentar el intercambio, las buenas prácticas y contrarrestar la difusión de “noticias falsas” sobre la Iglesia…

Yo diría que este es un punto fundamental. De hecho, ni siquiera diría que este es uno de los temas entre otros, pero algo que ha impregnado todos los demás temas de debate.

Lo digital no es una herramienta, es un ambiente. Es el ambiente de nuestro tiempo. No es un mundo aparte, no es un nuevo continente. Es un poco como el lugar de los lugares. Es el entorno donde todas las lenguas y todos los continentes se unen, cancelando el tiempo y el espacio. Es el lugar donde se forman identidades, conocimientos, amistades, amores y rencores. Todo esto nos desafía. Y necesitamos que nos ayuden los jóvenes a habitar este mundo.

Más de un padre sinodal ha citado al Santo Cura de Ars para decir con él: “Ayúdame a encontrar el camino y entonces te diré el camino más grande, que es el de la santidad, del amor, de la Verdad, del Paraíso, del seguir a Jesús”. Es lo mismo que debemos decir a los jóvenes de hoy: ellos saben cómo guiarnos en este mundo, pero nosotros debemos cambiar la perspectiva de este mundo.

En una sociedad digital construida tan a menudo sobre la negación del otro, sobre el resentimiento, sobre la falsedad, nosotros podemos restaurar la verdad y la posibilidad de encuentro, podemos hacer del ambiente digital —el mundo digital, el lugar digital— un lugar hermoso para ser vivido.

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Fuente: www.vaticannews.va / www.periodistadigital.com/religion

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