Pastoras y pastores al estilo de Jesús

Ser parte de una Iglesia que abrace a todas las ovejas, incluso a las que se han sentido fuera del redil.

Domingo 11 de mayo de 2025
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 10, 27-30.

Jesús dijo: «Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos.

Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y Yo somos una sola cosa».

Este domingo resuena con fuerza la voz del Resucitado:

«Mis ovejas escuchan mi voz… Yo las conozco y ellas me siguen».

En medio del eco de estas palabras, hemos escuchado también una nueva voz que se alza desde Roma, la del Papa León XIV, quien con humildad y ternura nos ha dicho: «¡La paz sea con vosotros!», y nos ha recordado que «el mal no prevalecerá».

Como mujeres de fe, reconocemos con gratitud este nuevo paso en el camino de la Iglesia. Recibimos al nuevo pastor con esperanza prudente, sabiendo que somos un pueblo en camino, diverso, inquieto, imperfecto, pero sostenido por la misma promesa: nadie nos arrebatará de las manos del Buen Pastor.

Jesús, el único Pastor pleno, es nuestra medida. Y toda forma de liderazgo en la Iglesia —sea de hombres o mujeres, ordenados o no— debe inspirarse en su modo de acompañar, sanar y amar especialmente a quienes más sufren. En esta Iglesia que queremos, todos y todas somos ovejas del mismo rebaño, llamados a caminar juntos y a escuchar la voz del Resucitado que sigue diciéndonos: «No tengan miedo». 

Jesús, el único Pastor pleno, es nuestra medida. Y toda forma de liderazgo en la Iglesia —sea de hombres o mujeres, ordenados o no— debe inspirarse en su modo de acompañar, sanar y amar especialmente a quienes más sufren. 

Celebramos también la voz de tantas otras pastoras: mujeres que acompañan comunidades, que enseñan con sabiduría, que consuelan con su ternura, que se ponen al frente de luchas por la dignidad y la justicia. Ellas también conocen a sus ovejas, y sus ovejas las reconocen.

En su mensaje inicial, el Papa nos recordó que es «un hijo de San Agustín», y citó aquellas palabras tan humanas: «Con vosotros soy cristiano, para vosotros obispo». Ojalá su ministerio recuerde siempre esa doble pertenencia: con el pueblo, como creyente; al servicio del pueblo, como pastor.

Hoy rezamos por él y por todos los pastores y pastoras que buscan hacer visible una Iglesia más cercana, más dialogante, más sinodal. Una Iglesia que escuche con respeto y hable con ternura. Que no tema al camino, aunque esté lleno de preguntas. Que abrace a todas las ovejas, incluso a las que se han sentido fuera del redil.

Y en este domingo, en que celebramos también a las madres, recordamos con gratitud a quienes han sido para nosotras primeras pastoras: las que nos enseñaron a escuchar, a seguir el bien, a confiar en la voz del amor. Que Dios bendiga a todas las madres —las presentes y las que ya partieron—, y a todas las mujeres que pastorean con ternura la vida de otros, desde los lugares más visibles o silenciosos. Que María, madre y discípula, nos enseñe a reconocer siempre la voz del Buen Pastor y a caminar en comunión.


Fuente: Mujeres Iglesia Chile / Imagen: Pexels.

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