Sr. Director:
En las últimas semanas encontramos en la agenda pública un buen número de intercambios de opinión acerca del uso del lenguaje. Por una parte, encontramos nuevos usos de la lengua que van desde la utilización del femenino y el masculino para cada palabra, que se enmarca en el cuestionamiento del masculino para las formas plurales. También hemos empezado a reemplazar algunas expresiones que tienen a veces una doble acepción o usos ofensivos.
Del otro lado, se observa también una tendencia que cuestiona y a veces rechaza estos cambios. Argumentan que atenta contra la libertad y que constriñe a las sociedades en el marco artificial de lo «políticamente correcto». También defienden que son cambios de forma y no de fondo.
Lo que no ha generado polémica es la promoción de la diversidad y la inclusión. La defensa de estos valores es unánime no solo porque está en línea con la ética que inspira nuestros tiempos, sino también porque los valores contrarios —la homogeneidad y la exclusión— han demostrado ser torpes desde todo punto de vista. Quizás, deberíamos preguntarnos y reflexionar acerca de cómo cada uno de nosotros desde su posición está contribuyendo en el día a día a estos desafíos.
Entiendo que quienes defienden cambios en el lenguaje intentan aportar a cambios que ven necesarios y en la línea de la diversidad y la inclusión. Entiendo que intentan construir. Intentemos aportar en la construcción de una sociedad más justa, que trate con dignidad a todos los seres humanos.
Ximena Daniou Vargas
Socióloga