Qué estamos haciendo con los jóvenes

Sr. Director:

La Esperanza y las Nuevas Generaciones conviven en el mismo camino.

Trabajo en la docencia desde hace más de tres décadas y me siento habilitado para diagnosticar que somos responsables de que los nuevos hombres, los que hoy son niños y adolescentes, sufren de una orfandad afectiva tremenda y están en “desconexión emocional” con todas las propuestas que ofrecemos los adultos.

Los hemos sobrecargado con acciones y propuestas que no les significan nada respecto de sus expectativas y sueños. La consecuencia es que están sufriendo de déficit afectivo.

Llevamos mucho tiempo hablando de la Educación, incluso con el predominio de quienes no están en las aulas, para enfocarnos en reformas de diverso tipo y no nos hemos detenido a pensar en qué estamos haciendo realmente. No hemos tenido una reflexión profunda sobre las consecuencias que tendrá el modelo educativo que concretamente impacta sobre los jóvenes. Sin embargo, aún hay Esperanza. Son muchos de ellos los que valoran inmensamente la Justicia, la Equidad, la Solidaridad y la Inclusión, y sienten que por ese camino podrán enmendar lo que está sin sentido ni horizonte.

Los adultos no debemos agobiarlos con discursos ni rutinas docentes que los desmotivan o tensionan. Debemos lograr que aprendan y no solo memoricen, pues hacemos de la evaluación un calendario tan extenso que les limita su desarrollo integral. Debemos ser más creativos, caminar con ellos y hacerles sentir que los necesitamos.

Los actuales jóvenes necesitan credibilidad, proyectos claros y alcanzables, materias y prácticas que den sentido al aprendizaje, que les permitan construirse como personas. Es decir, tenemos que ser capaces de acercar Experiencia (adultos) con Esperanza (jóvenes), para que, en el proceso de Aprendizaje y Formación, se reencuentren con los Valores trascendentales de una sociedad, aquellos que son “pilares” del Buen Trato, la Justicia y la Equidad.

En el centro de nuestra preocupación por la enseñanza, debemos situar la tarea de encariñarlos a ellos con el mundo y sus posibilidades para todos. No gastemos energías, leyes y discursos, hablando de igualdad o derechos, sino que démosles la oportunidad de que sean un aporte y puedan Ver, Juzgar y Actuar en base a sus proyectos y propuestas.

Benjamín García V. — Profesor

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