¿Quién responde por los muertos?

¿Cuántas muertes más van a quedar en las calles de Venezuela? ¿Cuándo vamos a parar la locura de la violencia y la represión? ¿Quién va a responder por estos muertos? ¿Acaso se han tomado la molestia de decirle a los que marchan, que el riesgo es su propia vida?

Revisando informaciones del día, me encontré con una imagen que llama a la reflexión: los muertos en las manifestaciones no son chavistas ni opositores. Son venezolanos; y es así, los que han perdido la vida en las protestas no pueden ser tildados por su posición política, son venezolanos como tú y como yo. La pregunta es, ¿quién responde por los muertos?

En más de 70 días de protesta, 67 venezolanos han perdido la vida. El Director General de Actuación Procesal del Ministerio Público, Sair Mundaraín, informó el jueves 8 de junio, que el Ministerio público ha registrado 67 muertes violentas durante las movilizaciones realizadas. Son 67 venezolanos, no opositores ni chavistas, repito. Murieron en las calles desde el 4 de abril —día que iniciaron las manifestaciones—.

En ese número de víctimas, que hay que recordar están dentro de ese balance del Ministerio Público, 49 han muerto por impacto de proyectil de diversas naturalezas, como el que le quito la vida a Neomar Lander, un adolescente de 17 años, el pasado 7 de junio—. Un mortero o una bomba lacrimógena, no lo sé. Si nos llevamos por el informe oficial, murió porque le estalló un mortero que estaba manipulando; si nos llevamos por los testigos, el muchacho no tenía nada en sus manos. Neomar quedó marcado con el número 13, sí, es la cantidad de adolescentes que han fallecido en las protestas; ¿quién responde por estas vidas?, ¿quién responde por estos jóvenes que no pudieron realizar sus sueños?

Pero esa no es la única cifra alarmante. Fernando Pereira, coordinador de los Centros Comunitarios de Aprendizaje (CECODAP), dio a conocer que, según una data proveniente de Salud Chacao, 6% de los que ingresan heridos a este centro de salud son adolescentes. Esta cifra corresponde al primer mes y medio de protesta. Muchos de los conocidos como escuderos —ese grupo de muchachos que va encabezando las manifestaciones— son menores de 18 años; acaso alguien va a cuidar de ellos, digo, de los que logran sobrevivir.

Podemos seguir hablando de números. El director general de Actuación Procesal del Ministerio Público, Sair Mundaraín, informó que hasta el 8 de junio se estaban llevando a cabo 1.631 investigaciones, de las cuales 1.307 son por personas lesionadas, las otras investigaciones son 122 por daños a la propiedad pública y 255 por daños a la propiedad privada.

Pero estas cifras no le darán tranquilidad a la mamá de Neomar, que lloró en la clínica al enterarse de que su hijo de 17 años había perdido la vida; ni al papá de Hecder Lugo, de tan solo 20 años, quien quedo marcado con el número 36 —fue el venezolano con ese número en morir en las protestas—; tampoco a la mamá de Cesar Pereira, de 21 años, quien perdió la vida en una manifestación en Lechería, ni a la de Armando Cañizales, quien también murió en una manifestación y apenas tenía dos meses de haber cumplido 18 años. Y no se puede olvidar la muerte de Orlando Figuera, de 21 años el joven, que fue quemado en una protesta en Altamira.

Hasta la fecha nadie responde por estas 67 vidas perdidas en las calles de Venezuela. No se ven acciones contundentes que lleven a obtener respuestas sobre los responsables, solo se ven familias enlutadas y crecidas, sí, crecidas, porque a estos muertos no los lloran solo en sus casas, los lloran en cada rincón de Venezuela. No hay corazón que no se conmueva ante los testimonios de los familiares y testigos. Todos coinciden en algo: quieren que haya responsables por estas pérdidas.

Mientras tanto, ¿cuántas muertes más van a quedar en las calles de Venezuela? ¿Cuándo vamos a parar la locura de la violencia y la represión? ¿Quién va a responder por estos muertos? ¿Acaso se han tomado la molestia de decirle a los que marchan, que el riesgo es su propia vida? ¿Han calculado el costo humano de estas manifestaciones? ¿Estará alguien interesado en sentarse con los familiares de estos muchachos y decirles lo lamento, ofrecer disculpas por no haberles dicho que este era el riesgo?

No hay palabras ante tanta dejadez, no se trata de un problema solo de liderazgo, se trata de irresponsabilidad institucional y política, de respuestas para las familias enlutadas y para el país. Seguiremos esperando que alguien responda por estas vidas perdidas y que no se siga derramando la sangre de jóvenes y adolescentes en las calles de Venezuela. Que la juventud pueda tener un futuro próspero, que no se vea truncado por las manifestaciones.

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Fuente: http://revistasic.gumilla.org

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