Rediseñando sistemas alimentarios en Chiapas, México

Muchos innovadores sociales están experimentando con modelos alternativos de producción, distribución y consumo de alimentos, notablemente a través de iniciativas que combinan la agroecología con la economía social y solidaria. Los jesuitas de Chiapas, México, acompañan una de estas iniciativas en la Misión de Bachajón

Tenemos que reinventar nuestros sistemas alimentarios. El modelo dominante de agricultura industrializada y mercados capitalistas globalizados no ha logrado resolver el problema del hambre, a pesar de producir más que suficiente para la población mundial. Al mismo tiempo, le hace daño al medioambiente, mientras que empeora la desigualdad y genera nuevos problemas de salud. Es un modelo insostenible.

Como respuesta, muchos innovadores sociales están experimentando con modelos alternativos de producción, distribución y consumo de alimentos, notablemente a través de iniciativas que combinan la agroecología con la economía social y solidaria. Los jesuitas de Chiapas, México, acompañan una de estas iniciativas en la Misión de Bachajón (fundada 1958).

El objetivo de la Misión va más allá de la soberanía alimentaria; busca la “soberanía sin adjetivos”, es decir, la soberanía en sentido integral para el pueblo indígena Tseltal. En mis estudios de doctorado, estoy tratando de entender cómo la Misión le da viabilidad económica a este proyecto más amplio.

La primera estrategia de la Misión de Bachajón es separar su economía en dos esferas apartes. La primera esfera contiene aquellos elementos que son esenciales para la reproducción de la comunidad a muy largo plazo; estos “no se venden”. La tierra es propiedad colectiva, la comida se produce para el propio consumo y para compartir, los recursos naturales se cuidan, y algunos tipos de trabajo al servicio de la comunidad (según el sistema de “cargos”, un modo de auto-gobierno) se realizan gratuitamente. Si el mercado entrara en esta esfera, tratándola como mercancía, podría amenazar la “base” que garantiza la sobrevivencia de la comunidad; por eso se mantiene protegida.

Por otro lado, hace falta tener algo de dinero, así que venden café y miel orgánicos en el mercado nacional y global. Lo interesante es que al acercarse al mercado, lo hacen de tal manera que lo “domestican”, poniendo sus fuerzas al servicio de la comunidad, y no al revés.

El café es uno de los productos que más se comercializa en el mundo, y Chiapas es de los lugares que más lo produce. Sin embargo, también es un lugar con altos niveles de pobreza.

La Misión interpreta esta realidad por el lente del poder. Por lo general, los productores de Chiapas venden café pergamino como materia prima a intermediarios; no tienen acceso al resto de la cadena de valor (tostado y venta en taza), donde están las mayores ganancias. El vender materia prima también los hace vulnerables a la volatilidad de los precios, debido a la especulación financiera en el mercado de commodities, que está totalmente fuera de su control.

Ante esta realidad injusta, la Misión ha “domado” el mercado a través de Yomol A’tel, su grupo de cooperativas y empresas sociales fundado en el año 2000. Yomol A’tel ha logrado la “integración vertical hacia delante”, de manera que tienen su propia planta donde tuestan el café en Chiapas, y una cadena de cafeterías gourmet en las zonas urbanas de México. Así, controlan todo el valor de su café. Han hecho lo mismo con la miel y otros productos de valor agregado.

Para garantizar que el dinero beneficie a la gente, Yomol A’tel no solo ha establecido un precio más alto y más estable para sus productores, sino que se ha organizado de tal manera que pone a las personas en el centro. Se aseguran de que las mujeres tengan acceso a puestos de alto valor, y que todas las personas tengan oportunidades de desarrollar sus capacidades. Se comparten las ganancias y también el poder, y la riqueza colectiva que se va creando se maneja a través del banco de microfinanzas de Yomol A’tel.

Toda la producción de Yomol A’tel es orgánica y su café se produce bajo sombra. Por suerte, la agroecología (que implica bosques biodiversos, restauración de suelos y cero venenos) es justamente lo que produce las características en el café y la miel que más se valoran en el mercado.

Este modo de producción también conlleva un trabajo cuidadoso y cualificado, lo cual se presta a un modelo de distribución equitativa de la tierra, en el que pequeños productores también cultivan su propio alimento, en vez de un modelo donde la gente trabaja como mano de obra barata en grandes plantaciones. A su vez, esto contribuye al proyecto más amplio de revitalizar la cultura tseltal y construir su soberanía plena.

En pocas palabras, la Misión de Bachajón ha encontrado la manera de conectar las dimensiones económica, social y ecológica en un círculo virtuoso que genera vida en abundancia en todos los sentidos. A través de la red Comparte, el modelo se está enriqueciendo y replicando por toda América Latina, y una nueva esperanza va germinando.

________________________
Fuente: www.ecojesuit.com

logo

Suscríbete a Revista Mensaje y accede a todos nuestros contenidos

Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0