Refugiados Rohingya: Continúa el sufrimiento de un pueblo olvidado

María Simón, coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Bangladesh, destaca la gran generosidad de esta nación a la hora de “abrir las puertas a los refugiados”, pero, a la vez, denuncia que un año después de que estallara la crisis, “el destino de los rohingyas sigue siendo totalmente incierto”.

Continúa el ciclo de sufrimiento y vulnerabilidad para los refugiados rohingyas, un pueblo que parece haber sido olvidado por el resto del mundo y que vaga a la deriva de su propia suerte, cada vez más comprometida.

CONSECUENCIAS DE UN ÉXODO MASIVO

El 25 de agosto de 2017, inició un éxodo masivo y forzoso en el que más de 700 mil rohingyas se vieron obligados a huir de Myanmar hacia Bangladesh, instalándose en campamentos improvisados con condiciones de vida inaceptables; donde padecen la falta de instalaciones y servicios a medio o largo plazo.

En este último año, Médicos Sin Fronteras ha proporcionado más de 650 mil consultas médicas en las diecinueve estructuras sanitarias que trabajan sin descanso en el distrito de Cox’s Bazar, uno de los más afectados.

MÉDICOS SIN FRONTERAS EN ACCIÓN

En ese contexto, compartimos las declaraciones de María Simón, coordinadora de emergencias de esta organización en Bangladesh, quien destaca la gran generosidad de esta nación a la hora de “abrir las puertas a los refugiados”, pero, a la vez, denuncia que un año después de que estallara la crisis, el destino de los rohingyas sigue siendo totalmente incierto y su situación extremadamente vulnerable.

“Los Estados de la región les niegan un estatus legal formal, a pesar de que son refugiados. Eso quiere decir que los rohingyas no son reconocidos como ciudadanos en Myanmar ni como refugiados en Bangladesh”, afirma.

RESPUESTA HUMANITARIA INSUFICIENTE

Por otra parte, la respuesta humanitaria liderada por la ONU en la nación bangladesí, solo ha recaudado hasta la fecha el treinta y uno por ciento de los fondos solicitados.

“Y el porcentaje de esta cantidad destinado a salud es apenas el diecisiete por ciento, lo cual deja lagunas significativas en la provisión de servicios vitales. Sin olvidar que los rohingyas han sido excluidos durante mucho tiempo de la asistencia médica en Myanmar, por lo que tienen una cobertura de inmunización muy baja”, asegura María Simón.

La gravedad del panorama se torna aún más dramática, teniendo en cuenta que los rohingyas permanecen confinados a la fuerza en los campos de Bangladesh, sin libertad de movimiento; y la mayoría de los refugiados tiene poco acceso a agua potable, letrinas, lugares donde asearse, y ni hablar de educación, oportunidades laborales o atención médica.

“Además, cabe destacar que siguen viviendo en las mismas casas que hicieron hace un año con bambú y plástico”, añade la coordinadora de emergencias.

SOLUCIONES DURADERAS PARA UNA CRISIS INTERMINABLE

Médicos Sin Fronteras pide soluciones más duraderas para responder a lo que probablemente será un periodo de desplazamiento muy prolongado.

“Miles de rohingyas se han visto forzados a escapar hacia Bangladesh, pero también a otros lugares desde hace décadas, y pueden pasar muchos años hasta que esta población pueda regresar a Myanmar de manera segura, voluntaria y digna, si es que eso sucede alguna vez”, explica María, señalando que la escala de sufrimiento que soportaron y siguen soportando los rohingyas, por el nivel de violencia que sufrieron en Myanmar, por el desplazamiento a Bangladesh y por las condiciones de vida dentro de estos campos, “merece una respuesta mucho más firme a nivel local, regional y mundial”.

Video: Voz del Papa Francisco en su discurso en la Sede de la ONU en Nueva York, el 25 de septiembre de 2015.

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Fuente: www.vaticannews.va

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