Revista Mensaje N° 694: «Invasores con gusto por el lujo»

El National Museum of Women in the Arts, con sede en Washington, expone obras hechas con papel por veintidós autoras de distintos países. La selección incluye a la chilena Paola Podestá, quien presenta parte de una serie basada en edificios patrimoniales que desarrolló a partir de pequeñas figuras de bichos domésticos.

Utilizado cotidianamente en todo el planeta con fines propagandísticos, comerciales, decorativos, educativos y domésticos, el papel constituye la pulpa de una exposición que presenta hasta enero el National Museum of Women in the Arts, una institución con sede en Washington que difunde la producción artística de mujeres que residen en diferentes países del mundo.

En «Paper routes» («Rutas del papel»), como se titula la muestra —disponible en www.nmwa.org—, el recinto ha reunido el trabajo de veintidós autoras de Estados Unidos, Canadá, Latinoamérica y Europa, que exploran la variedad formal y expresiva de ese material de una manera que evoca sus múltiples usos en la vida diaria.

Cortado, picado, coloreado, quemado, rajado manualmente, reciclado, comprado o fabricado de modo artesanal, el papel es en esta exhibición tanto soporte como ingrediente, y punto de partida de obras que hacen referencia a temas biográficos, históricos, político-sociales, literarios y ambientales. El alcance de los contenidos es universal, sobre todo si estos aluden a asuntos que se repiten a través del tiempo como ocurre con las guerras, la migración, el racismo, la identidad de los pueblos originarios y la depredación de la Naturaleza.

Las expositoras provienen de países donde el National Museum of Women in the Arts tiene una representación o «capítulo». Es el caso de Chile, donde entre marzo y mayo de este año se desarrolló una muestra cuyo propósito era destacar el vínculo entre artistas locales y el papel. Bajo el título «Libre de ácido», esa exposición agrupó en el sitio web del MAVI a once mujeres que han basado sus carreras en ese recurso o, bien, lo han incorporado esporádicamente a su quehacer. La selección incluía a Paola Podestá, elegida por la curadora del montaje, María Irene Alcalde, para participar en nombre de Chile en la colectiva que ahora tiene lugar en Washington.

Nacida en 1969, Paola Podestá vive hace veinte años en la Quinta Región y los últimos doce ha residido en Valparaíso. La obra que exhibe en «Paper routes» tiene directa relación con su contexto: se trata de una pieza que forma parte de una serie de largo aliento que estrenó hace una década —le tomó cerca de tres años completarla— y que realizó a partir de dos edificios patrimoniales de la zona: el Palacio Vergara, de Viña del Mar, y el Palacio Baburizza, de Valparaíso.

Con el nombre «Memoria y ornamento», ese proyecto puso en evidencia los contrastes entre distintas realidades —lujo, pobreza, abandono, fragilidad, belleza, manualidad y serialidad— y se centró en fragmentos o áreas de esas construcciones que destacan por los decorados. El trabajo que la artista expone en el museo estadounidense es la réplica de una cornisa del Palacio Vergara. Mide 3,6 metros de ancho por 2,1 metros de largo, y su elemento principal lo constituyen innumerables bichos domésticos de papel coloreado que funcionan como pixeles de una imagen.

VERDADEROS OKUPAS

Insectos, arácnidos y otros habitantes del paisaje han llamado la atención de Paola Podestá desde su niñez, según cuenta: «Pasaba mucho tiempo en el jardín y me encantaba seguir el camino de las hormigas. Investigando, me he dado cuenta de que tienen estructuras sociales parecidas a las nuestras, con jerarquías y roles, pero que de alguna manera tienen un mejor desempeño, porque sus funciones están predeterminadas biológicamente», explica la artista, quien en la serie usó figuras, no exactamente realistas, pero sí reconocibles, de arañas, hormigas, polillas, cucarachas y moscas.

Siempre a la vista, rondando, motivo de fobias incontrolables para algunos, estos animales se toman derechamente los espacios, como verdaderos okupas, cuando nos ausentamos de manera prolongada. «Forman un hogar dentro de nuestro hogar si no estamos», explica Paola Podestá, quien asocia la dimensión invasiva de estos bichos con la fragilidad. «En la medida que hay abandono, las cosas se deterioran y mueren, pero surge otra vida. Me interesan los espacios donde se unen la vida y la muerte, la ruina, el reciclaje», comenta la autora, que ha buscado destacar, por otro lado, la precariedad y descuido que en general afectan al patrimonio arquitectónico chileno.

«Los edificios en los cuales basé esta serie son lugares que en su época reflejaron el lujo y la riqueza de algunas familias, conseguidos a costa de la explotación de mucha gente. Siempre detrás de una belleza de ese tipo hay una historia de miseria. Pero para poner en discusión esa contradicción, esos sacrificios, debemos mantener esos espacios», dice.

La artista usó papel acuarela para dibujar arañas e insectos. «El papel es un material maravilloso. Más que como soporte, me atrae la idea de que sea el mensaje, que comunique en este caso esas ideas de nobleza y fragilidad», explica.

Agrega que las pequeñas figuras fueron cortadas con láser y luego adheridas con alfileres a planchas de goma, para formar las imágenes de los ornamentos, elementos que representan un oficio que «dejaba huellas de identidad, de un deseo por personalizar las cosas», y que desapareció a fines del siglo XVIII a medida que se instalaba en el país la arquitectura moderna. Según señala, «ese afán se trasladó luego al tatuaje, al peinado y al vestuario, porque diferenciarse es una necesidad inherente al ser humano». MSJ

_________________________
Fuente: Artículo publicado en Revista Mensaje N° 694, noviembre de 2020.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

logo

Suscríbete a Revista Mensaje y accede a todos nuestros contenidos

Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0