Revista Mensaje N° 695. David Bravo: “Se ha postergado por décadas la mejoría a las pensiones”

El economista que encabezó la comisión formada por Michelle Bachelet para proponer una reforma previsional advierte que los retiros de 10% “son una anti-reforma”, que costará años compensar.

Un primer paso debiera ser “sincerar”. Es decir, que se cierre toda opción a nuevos retiros de fondos de las AFP y se hable con transparencia a la gente: la situación previsional es hoy mucho más precaria que hace unos meses, y habrá que reformular cálculos y aceptar que las pensiones presentes y futuras no podrán ser buenas, al menos no en un plazo previsible.

Tal es la opinión del economista David Bravo, quien desde que en septiembre de 2015 entregó las conclusiones de la “Comisión Asesora Presidencial sobre el Sistema de Pensiones”, convocada por Michelle Bachelet y que él presidió, se ha mantenido alertando públicamente acerca de la urgencia de una reforma. Hoy está sorprendido y desalentado por las decisiones adoptadas desde julio: “Son un grave retroceso. Lo que hemos vivido es una anti-reforma y se ha postergado por décadas el mejoramiento de las pensiones”.

Argumenta que el escenario y las perspectivas son mucho menos promisorias que las que había cuando le correspondió hacer el diagnóstico desde la señalada comisión. Lo son, pues —tras los dos retiros de 10%— los fondos previsionales podrían disminuir en unos US$ 30 mil millones y, para peor, el bajo nivel del debate y el populismo hacen difícil un acuerdo… más aún si “no hay coraje para hablar con la verdad a la gente y reconocer que no existe reforma previsional que pueda hacerse sin algún sacrificio”.

Cuando David Bravo sostenía esta entrevista con Mensaje, parecía inminente la aprobación por parte del Congreso del segundo retiro de 10%. Por su parte, el Tribunal Constitucional comenzaba a analizar el requerimiento presentado por el Gobierno contra la reforma constitucional transitoria, impulsada por diputados, que inició el proceso. Asimismo, continuaban las negociaciones para estructurar el 6% de cotización adicional propuesto en el proyecto gubernamental y otros aspectos de este último, como los montos de aumento del Pilar Solidario, la propuesta para compensar lagunas de cotización y el seguro de longevidad.

—En los últimos meses, siempre imaginé posible un acuerdo vía medidas técnicamente correctas. Sin embargo, un grave déficit político lo ha imposibilitado. Hoy es urgente llegar a un acuerdo para que terminen los retiros, lo que no debiera ser tan difícil pues todos reconocen lo nocivo que estos son. Luego, se deberá trabajar para controlar los daños.

¿Cómo se hace control de daños, si la fuga de recursos previsionales alcanzaría a los US$ 30 mil millones tras los dos retiros?

—Será muy complejo y habrá que hacerlo actuando con transparencia y honestidad, advirtiendo que quedará comprometido no solamente el gasto en pensiones, sino también en otras áreas sociales. Para corregir, habrá, rápidamente, que ser muy honesto de cara a la ciudadanía.

¿En qué sentido, concretamente?

—En el sentido de decir que haremos una reforma previsional, pero que las pensiones que podremos financiar serán muy menores a las que se podrían haber financiado si no hubiesen existido los retiros: es importante que la gente lo sepa. De lo contrario, se incurrirá en una lógica no sostenible. Si los legisladores se preocupan por la situación del país, deben concentrarse en evitar nuevos retiros y hablar con la verdad.

¿Lo cree posible?

—Desgraciadamente, en el Chile de hoy ocurre que a menudo alguien toma la batuta y se va por el camino fácil y dice algo popular, y entonces a los demás se les hace insostenible actuar de manera seria. Eso me preocupa mucho.

“LO OCURRIDO CAMBIÓ EL PISO, COMPLETAMENTE”

¿Qué números ayudan a prever cómo compensar los menores recursos?

—Habrá que rehacer los estudios, porque lo ocurrido cambió el piso, completamente. Se debe trabajar en nuevas simulaciones, ver cuáles son las pensiones si no hacemos reforma, y cuáles tendríamos con una eventual reforma… Pero es claro que los órdenes de magnitud de esa pérdida son enormes. Hay estimaciones que señalan que, solo en el primer retiro, diez millones de cotizantes sacaron US$ 17 mil millones, ¡y ese es un monto que todavía puede incrementarse! Un segundo retiro representaría un monto similar, tal vez del orden de los US$ 15 mil millones. Son cifras gigantescas. A modo de comparación, recordemos que la reforma tributaria impulsada por la presidenta Michelle Bachelet apuntaba a generar, en régimen, poco más de US$ 8 mil millones. Y tengamos a la vista que el gasto social en Chile es de US$ 50 mil millones anuales.

Es una situación muy compleja. Se trata de un deterioro actual y futuro de las pensiones del que no se tiene conciencia. Por la magnitud de los recursos involucrados no parece tener solución. Es algo que reconfigura todo el escenario. Incluso, me parece irresponsable hablar de una reforma previsional hasta que no se controle la política liviana y populista de permitir retiros.

Sin embargo, es aprobada por una mayoría de los chilenos e incluso el propio gobierno presentó su propio proyecto de retiro.

—Se está actuando de manera irresponsable, como si se ignoraran las razones de por qué en todo el mundo los sistemas previsionales obligan a cotizar e impiden los rescates de lo cotizado. Es que en materia de pensiones hablamos de volúmenes inmanejables. Como referencia: en Chile las pensiones solidarias y las que paga el Instituto de Previsión Social son probablemente la proporción más importante del gasto social del Estado. Y es así, incluso no siendo buenas las pensiones que paga.

“ESTA NO ES LA DESTRUCCIÓN DE LAS AFP”

—Es fundamental que los legisladores tengan en mente el orden de magnitud de lo que ha significado este desahorro. Cualquier tipo de pensiones se destruye con este tipo de medidas. Contrariamente a lo que algunos piensan, esta no es la destrucción de las AFP, sino que es la destrucción del sistema mixto que hoy existe, el cual incluye el pilar solidario. Y, sobre todo, esto es la destrucción del sistema de pensiones hacia el cual pretendíamos avanzar y que tenía un carácter mucho más mixto y con más solidaridad. Me preocupa mucho el pensamiento tan simplista de los legisladores que creen que no tiene nada que ver el retiro del 10% con la reforma previsional que debiéramos hacer.

En un escenario en el que no hay más retiros. ¿Qué cabría hacer?

—Cabría evaluar si siguen siendo adecuadas las medidas que, ya antes, era difícil acordar, aunque tenían un cierto consenso, como el alza en seis puntos de la cotización previsional. Mi temor es que la mayor parte de los recursos de esa cotización adicional de 6% va a ir a tapar los “hoyos” que dejaron los retiros en los fondos previsionales… En definitiva, esa idea de tener en los próximos años —y, en particular, ahora— mejores pensiones, simplemente se va a esfumar por varias décadas… Me cuesta pensar qué tiene de progresista esto, y creo que ha sido el más fuerte ataque a la seguridad social que nunca se haya generado.

Concretamente, ¿cómo evalúa los componentes del proyecto de reforma que se ha estado debatiendo, como el alza de seis puntos de la cotización o el seguro de longevidad?

—Es que eso ya pasó a segundo plano. Así de fuerte. Nos hemos demorado mucho. En julio de 2006, la comisión presidida por Mario Marcel entregó su informe, la presidenta Bachelet creó una comisión interministerial y esta presentó un proyecto solo seis meses más tarde que luego sería aprobado en el Congreso en 2008 (la ley que estableció el sistema de pensiones solidarias). Después, en 2014, vino la comisión que presidí y que entregó su informe en septiembre de 2015 y desde esa fecha hemos estado empujando públicamente para que se materialice una propuesta. Lamentablemente, sobre el tema solo se empezó a trabajar cuando a mediados de 2016 se produjeron las manifestaciones masivas con el movimiento “No + AFP”. Fueron necesarias las protestas callejeras para que volviera a atenderse este tema. Es una grave falla de la política chilena su incapacidad de adelantarse a las tareas. Finalmente, en los últimos días del mandato de la presidenta Bachelet, se presentó un proyecto, pero fue tan a última hora que ya no era posible pensar en un acuerdo. Después, el presidente Piñera se tomó un año para definir qué se podía hacer y presentar su proyecto. Y aquí estamos aún, con este proyecto en el Congreso. Hemos cumplido cinco años advirtiendo que si se hacía nada las pensiones iban a seguir bajando (esto porque el bono de reconocimiento va desapareciendo). A fines del año 2019 se logró un avance y este gobierno hizo indicaciones a su proyecto, que acercaron posiciones en el Congreso y hubo entonces un momento clave en el que podría haberse provocado un mayor consenso. Lamentablemente, esto no se cerró antes de las vacaciones y después el coronavirus cambió toda la agenda.

COTIZACIÓN ADICIONAL, EDAD, SEGURO DE LONGEVIDAD

Se señala, de todos modos, que habrá un reimpulso del proyecto de reforma. ¿Qué expectativas tiene ante eso?

—Se observan consensos en aumentar las cotizaciones para que haya más ahorro. En segundo lugar, en emplear más recursos fiscales. Y existe también acuerdo en mantener el 10% actual en las AFP. La diferencia está en cómo distribuir los seis puntos adicionales de cotización, es decir, si deben ir a cuentas individuales administradas por otro ente diferente a la AFP, o bien a fondos solidarios. Honestamente, hasta junio se trataba de un tema netamente de negociación política y las opciones a la vista eran válidas. Lo importante era materializar un acuerdo pronto. Sin embargo, después de los retiros, habrá que recalcular todo por el deterioro generado en las pensiones futuras y presentes.

¿Cómo proceder para aumentar la edad de jubilación?

—Chile debe aumentarla, así lo establecieron las dos comisiones que trabajaron sobre la materia, pero esa idea finalmente no vino ni en la propuesta de la presidenta Bachelet ni en la del presidente Piñera. Únicamente se han puesto algunos incentivos para aplazar la edad de jubilación. Y es que, en este contexto en que nos encontramos, nadie quiere decirle algo que disguste a las personas. Mi preocupación es que no se pueden hacer verdaderas reformas de pensiones aludiendo solamente a un camino fácil sin esfuerzos ni sacrificios. Ahora bien, nunca se ha planteado que ese aumento de la edad de jubilación deba hacerse inmediato, sino que gradualmente y en un plazo a veinte años, como lo han propuesto las distintas comisiones.

—¿Cómo observa la propuesta de establecer un seguro de longevidad?

—No me gusta porque en Chile la longevidad tiene brechas socioeconómicas muy fuertes. Las personas más vulnerables se mueren antes. Un seguro de longevidad es entonces regresivo porque transfiere recursos desde quienes viven menos a los más longevos. En todo caso, no creo que sea una idea que deba bloquearse, sino que se tiene que estudiar con seriedad y antecedentes fundados.

Un acuerdo en todos esos puntos no es extraordinariamente difícil. Es posible. El problema grave es que, con los retiros, con toda certeza, ya en los próximos meses disminuirán muchas pensiones —quinientos mil pensionados de retiro programado sacaron un tercio de sus fondos en el primer retiro— y continuarán disminuyendo en el futuro. Podemos discutir sobre la reforma, es cierto, pero no hay duda de que acá ha habido esquizofrenia en el modo de aproximarnos al tema. Me preocupa que quienes están pensando en la reforma creen que esta no tiene nada que ver con los retiros que se han aprobado. Es un populismo al extremo. No quieren quedar mal con las personas e incluso el gobierno, con su propio proyecto, validó la estrategia de los retiros previsionales. Parece que nadie sopesa las consecuencias de lo que se ha estado haciendo, como tampoco hay coraje de decir a las personas algo que es poco popular. MSJ

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Fuente: Entrevista publicada en Revista Mensaje N° 695, diciembre de 2020.

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