Revista Mensaje N° 698. «Campamentos: Una urgencia crítica»

Por cada familia que vive en un campamento, hay otras cinco familias en situación de allegadas o en condiciones de hacinamiento: TECHO y Fundación Vivienda piden compromiso para llegar a déficit habitacional cero el año 2025.

Un explosivo aumento de la cantidad de familias viviendo en campamentos detectó el Catastro Nacional de Campamentos 2020-2021 presentado por TECHO Chile y Fundación Vivienda. La información presentada por su capellán, Héctor Guarda S.J., su director ejecutivo, Sebastián Bowen, y su directora de Estudios Socioterritoriales, Pía Palacios, indica que entre el año 2019 y el año 2020 aumentó en un 73,48% el número de familias que hay en ellos y alcanzó a 81.643, según el registro oficial. Asimismo, la cantidad de campamentos es un 20,8% más que en la anterior medición: son 969 en total. Tales cifras representan un máximo histórico desde 1996.

Según comentaron, el peak se observó después del estallido social y antes de las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia. Durante el último trimestre de 2019 se formaron 35 nuevos campamentos y en el primer trimestre de 2020 fueron 42.

La información señala que los campamentos formados tras el estallido social y la pandemia son más grandes en cuanto a número de familias. Vive un promedio de 139 de ellas en cada uno, en contraste con las 77 que vivía en los formados antes de octubre de 2019. En números brutos, es en la Región Metropolitana donde se encuentra el mayor número de familias que viven en campamentos con 11.052 familias. Le siguen Antofagasta con 4.866, la región de Tarapacá con 3.335 y la de Atacama con 2.168.

La magnitud del problema que esto representa puede observarse en el acceso a los servicios básicos: solo el 6,7% de las familias en campamentos accede al agua potable de manera formal. La mayoría accede a través de “pinchazos” a la red pública o mediante camiones aljibe. En tanto, el 88,9% accede al servicio sanitario mediante pozos o acequias. Por otra parte, un 20% cuenta con electricidad de manera formal y un 60% de los campamentos accede mediante conexiones informales.

Se indica, asimismo, que la explosión en el aumento de los campamentos se debe principalmente a que estos crecieron en cuanto a número de familias, más que al hecho de que hayan aparecido nuevos campamentos.

“LOS CAMPAMENTOS OCULTOS”

Según expresó Bowen, los datos del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, en su catastro 2019, indican que un 40% de quienes viven ahora en campamentos antes eran allegados y un 35% eran personas que tenían un arriendo sin contrato. Es decir, “tres cuartas partes de quienes viven en un campamento corresponde a personas que enfrentaban antes una situación de vivienda informal”.

Añadió que las razones son “principalmente económicas”, según indica para un 50% de esos residentes en campamentos. Se trata de gente que perdió el trabajo o que sufrió un encarecimiento de su arriendo. En tanto, un 24% expresa que se trasladó a vivir a un campamento por “necesidad de independencia”: en otras palabras, se trata de familias que vivían en situación de hacinamiento, situación que se les hizo invivible. “En otras palabras, el traslado a un campamento es como una válvula de escape a una situación indeseada”, expresó Bowen. “La mayor cantidad de gente que está allí, vivía una situación de exclusión habitacional distinta; de alguna manera, vivía en una suerte de campamento oculto. En uno que tal vez no se veía porque estaba bajo techo o detrás de las puertas, pero que implicaba también la falta del derecho a una vivienda digna”.

“No hay datos suficientes hoy para señalar qué magnitud tiene en Chile ese campamento oculto”, agregó. Sin embargo, expresó que se puede hacer una aproximación de ese indicador, lo que conduce a un “déficit habitacional cuantitativo de vivienda”. Este es un número que se obtiene desde la Encuesta de Caracterización Socioeconómica, CASEN.

De acuerdo a esos datos, entre los años 2015 y 2017 se observó un aumento de más de cien mil familias en esa situación de carecer de casa y hoy existiría, según la encuesta CASEN, cerca de 500 mil viviendas como cifra de déficit habitacional. Y tal cifra se mantiene en aumento. La Cámara Chilena de la Construcción plantea que en realidad son 740 mil viviendas y, en las últimas semanas, algunos antecedentes emanados del MINVU han indicado que pueden ser más de 600 mil.

Bowen resaltó que “por cada familia que está en un campamento, hay otras cinco que viven en situación de allegadas o bien en condiciones de hacinamiento. En consecuencia, la cifra de 81 mil familias que se señala que viven en campamentos no corresponde a una realidad aislada, sino solo un indicador de que hay una cifra inmensa de otras familias que están con una grave carencia en el acceso a la vivienda”.

UN ACUERDO NACIONAL

Advirtió que el problema de los campamentos no se solucionará si no se afronta de manera decidida el déficit habitacional, pues este implica que hay una gran cantidad de personas que está pensando hoy en ir a vivir a un campamento.

“El problema de fondo es el difícil acceso a la vivienda. Esto involucra finalmente que hay familias que están sin el derecho humano del acceso al agua potable, cuyos hijos no tienen espacio para estudiar, están expuestas a más posibilidades de enfermedades y contagios, a condiciones de mayor riesgo e inseguridad, y sumidas en una creciente tensión de convivencia social” manifestó.

Argumentó que, como la capacidad del país para dar soluciones de vivienda es mucho menor al crecimiento de los campamentos, pues se ofrecen solo 25 mil soluciones habitacionales cada año, se requiere un acuerdo nacional: “Como sea, el sistema actual agotó su capacidad de dar respuesta a las necesidades habitacionales. Está totalmente desbordado. Las familias no pueden seguir esperando. Como sociedad, debemos terminar con el déficit habitacional. Por eso, como TECHO Chile y Fundación Vivienda, queremos convocar a todos los actores privados, sin fines de lucro, a los comités de vivienda, a la academia y también al sector público, a unirnos juntos en torno a una épica común y presentar un nuevo desafío como país, un nuevo techo para Chile: alcanzar el déficit cero al año 2025”.

Expresó que se requiere atacar distintos nudos en el problema. Entre ellos, la obtención de recursos, la gestión del suelo –incluyendo la destinación de suelo estatal para el fin de paliar el déficit de casas–, gestionar la demanda por parte de familias de muy diversas características, superar las dificultades técnicas y administrativas para construir y permitir el acceso a las soluciones habitacionales, y la implementación de instancias de coordinación social que acompañen a las familias en su nueva radicación.

“Es urgente responder con urgencia a una problemática que es expresión de injusticia. Un país donde los campamentos son una solución de emergencia para las familias que no tienen vivienda, es un país donde la desigualdad y la injusticia nos están ganando”, agregó.

MIGRANTES

El catastro del MINVU del año 2019 indica que el porcentaje de hogares con un jefe de hogar migrante corresponde a 30,3%. En tanto, el catastro 2020-2021 señala que hay un total de 29.964 familias migrantes viviendo en campamentos, las cuales corresponden a un 30,6% del total de las familias. Las familias migrantes han aumentado en igual proporción que las familias chilenas respecto del año anterior.

Esto último, sin embargo, no se observa de la misma manera en todo el territorio. En las regiones del norte, la proporción es distinta, pues en ellas las familias migrantes constituyen la proporción mayor. En Antofagasta, por ejemplo, ellas son el 67% de las familias que viven en los campamentos (el año 2019 eran el 72%). En la Región Metropolitana son el 57% (el 2019, eran el 21%). MSJ

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Fuente: Artículo publicado en Revista Mensaje N° 698, mayo de 2021.

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