Revista Mensaje Nº 696: «Inés en el espejo: El mito de Chile»

La serie basada en la novela Inés del Alma Mía, contribuye a la difusión de un mito chilensis muy particular, como es el rol de Inés de Suárez durante la conquista.

La presentación de la serie Inés del Alma Mía en Amazon Prime es una nueva muestra de cómo los servicios de streaming se han consolidado como vías de presentación internacional de producciones chilenas. Ya ocurrió antes con la serie La Jauría (2019) o con Dignidad (2015, producción alemana con colaboración chilena), y ahora con esta nueva obra.

Se basa en la novela homónima de Isabel Allende, actualmente la escritora chilena que más ha contribuido a la difusión de episodios de la historia nacional: con novelas como La casa de los espíritusLa hija de la fortuna o Inés del alma mía, ha abarcado gran parte de ella. Es llamativo que la serie Inés del Alma Mía se haya hecho con la Televisión Nacional Española (TVE), que eligió esta historia para hacer una coproducción internacional de lujo, en este caso rodada en España, Perú y Chile en lugares históricos y con actores consagrados, como Eduardo Noriega (en el papel de Pedro de Valdivia) y Benjamín Vicuña (como Rodrigo de Quiroga). Sin embargo, esta decisión tal vez no debiera sorprender tanto pues en ese país europeo el interés en la actualidad y en la historia mundial ha llegado a niveles no vistos desde hace décadas. No en vano, uno de los títulos más vendidos de la última década ha sido Imperiofobia y leyenda negra de Elvira Roca Barea. A nivel televisivo, uno de los títulos más populares de los últimos años es El ministerio del tiempo, exitosísima serie que introduce al espectador a diferentes episodios de la historia peninsular. O Isabel y Carlos, Rey Emperador, centrados en Isabel la Católica y Carlos I de España, respectivamente (o la más reciente, El Cid). Ahora, Inés del alma mía se inscribe perfectamente en esta ola e incluso la amplifica, enfocándose en parajes, figuras y episodios que son, como admite Eduardo Noriega en una entrevista, poco conocidos en España.

En Chile, estamos vivimos una fase similar de interés por la historia, aunque tal vez no con la misma intensidad: el éxito arrollador de los libros de Jorge Baradit y su transición a programas de TV sugiere que existe bastante interés justamente por los episodios menos conocidos y “canónicos” de nuestra historia. Además, series estrenadas en los últimos años, como Puerto hambre (2015) o Sitiados (2015-19) han contribuido a dibujar una imagen más o menos verosímil de la época colonial. En la actualidad parece existir tanto a nivel nacional como internacional una notoria sed por los temas históricos, sobre todo si se exploran en una forma que va más allá de lo convencional.

UNA INÉS POST METOO

De cierta manera, esta serie sobre Inés de Suárez, una española devenida en personaje fundacional de Chile, realizada a partir de una novela de una chilena residente en Estados Unidos y por un equipo de filmación internacional, ofrece una superficie de proyecciones muy diversas para la interpretación de la historia, propias de cada país y la época que se está viviendo. Los protagonistas de este tipo de obras se inscriben –se tienen que inscribir– en los parámetros actuales que tenemos de historia, dignidad y valores, como lo hace la actriz Elena Rivera en una entrevista con TVE, cuando proclama a su personaje Inés de Suarez como precursora del movimiento por los derechos de los pueblos indígenas… lo cual no es una perspectiva ampliamente aceptada para este personaje en Chile, para decirlo de alguna manera. Esta Inés post MeToo también tiene un lado rebelde y luchador, contrario a las ideas preestablecidas: lleva pantalones, pelea, considera a la codicia y al oro como la perdición de los españoles: “El oro corrompe y envicia (…) ha sido nuestra perdición”, dice. En este contexto, Chile, con su falta de recursos fácilmente extraíbles, se convierte en la verdadera tierra prometida, el paraíso terrestre, libre si no de pobladores, sí de codicia y ambición, una tierra donde las reglas rígidas de España no aplican.

Vemos entonces los sucesos a través de los ojos de Inés, por mucho, el personaje psicológicamente más “moderno”. Y con ella presenciamos toda la complejidad y fealdad de una conquista, alejadísima de los cuentos bonitos y heroicos que los hicieron embarcar en España. Observamos el descenso de Valdivia en la tiranía y la violencia, y el nacimiento de una identidad cultural nueva, la de un Chile hispanoparlante.

Todo este episodio es narrado entonces desde una perspectiva relativamente “marginal”, en este caso femenina, y hace hincapié en el aporte de las mujeres en el sobrevivir de los primeros años en América y en las complejas relaciones entre los conquistadores. Pero, aparte de esta perspectiva protofeminista, la serie no busca realmente ofrecer una versión diferente, no hispanocéntrica de la conquista de las Américas, pues no se aparta nunca seriamente de la perspectiva de los conquistadores (no duda del heroísmo de Inés, Rodrigo y Pedro, ni de su protagonismo, la bondad o la grandeza de sus intenciones). Articula el famosísimo episodio del degollamiento de los caciques como una reacción casi inconsciente de Inés frente a un posible cataclismo indígena, la agresividad del enemigo en toda circunstancia y la supuesta muerte de Valdivia, la suya es una furia divina digna de una tragedia griega. La posible perspectiva indígena queda reducida a una serie de escenas en Mapuzungun, y los personajes indígenas son dibujados con considerablemente menor complejidad que los españoles, con quizás Cecilia y Felipe/Lautaro como excepciones parciales. Por lo demás, los indígenas permanecen como enigmas inescrutables, que oscilan entre un sufrimiento mudo, expuestos a los abusos y las violaciones de los soldados y defendidos solo por Inés, y una venganza cruel, sádica, desmesurada. Desde luego, este particular desequilibrio es todavía más pronunciado en la novela de Isabel Allende, de manera que la serie representa un cierto avance, pese al desequilibrio en la representación de los personajes.

Visualmente, la serie está muy bien lograda, explorando los distintos escenarios donde transcurre la vida de su protagonista: la austera monumentalidad de las ciudades medievales españolas, el esplendor exuberante de una Cuzco dorada, poderosa y ya algo decadente, un Santiago embrionario, de madera y paja. Deslumbran la blancura cegadora del infinito desierto de Atacama o el elegante lirismo de paisajes de espinos en flor, donde están ambientadas varias escenas clave de su vida en Chile.

Con toda su narración, la serie contribuye a la creación y difusión de un mito chilensis muy sui generis, que busca distinguir este particular episodio (no demasiado conocido en comparación con, digamos, las hazañas de Cortés) de las conquistas de otras partes del mundo, y sugerir que había inmensa diversidad de los motivos individuales para participar en la conquista de América, incluyendo aquellos que pueden resultar comprensibles para el público moderno, como el deseo de Inés de abandonar su angustiante existencia en España. Así intenta acercarnos a esos personajes que, por la distancia temporal y cultural, nos parecen casi entidades abstractas. Una pena que esto no se haya realizado de igual manera para todos los personajes. MSJ

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Fuente: Comentario publicado en Revista Mensaje Nº 696, enero-febrero de 2021.

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