Se percibe una vibración nueva

Si hoy la fe suena a Rosalía, tal vez es porque el Evangelio sigue resonando donde menos lo esperamos. Lo importante no es la forma, sino la llamada interior que despierta.

Algo está pasando. Entre ritmos urbanos, letras que mezclan lo sagrado y lo cotidiano, y artistas que no temen citar a Dios en una entrevista o en una canción, se percibe una vibración nueva. Emerge un deseo que va más allá de la estética o la moda: una búsqueda sincera de sentido, de algo —o de Alguien— que dé profundidad a la vida. Aunque el lenguaje sea distinto y los caminos parezcan inesperados, esa sed de trascendencia sigue ahí, vibrando en lo cotidiano.

Quizá lo que escuchamos en ciertas canciones o testimonios públicos no es una fe estructurada, pero sí un eco del misterio. En un mundo que corre sin pausa, donde todo parece líquido y fugaz, hay quien se detiene un instante al escuchar una letra sobre el perdón, la entrega o el amor que no pasa. En esos gestos, a veces inconscientes, se intuye un anhelo de eternidad.

Quizá lo que escuchamos en ciertas canciones o testimonios públicos no es una fe estructurada, pero sí un eco del misterio.

Dios, que siempre habla en el lenguaje de cada tiempo, parece encontrar hoy nuevas melodías para decir su nombre. Y nosotros, los creyentes, estamos invitados a escuchar con atención, a no despreciar esas búsquedas por no parecer «canónicas». Porque el Espíritu no se deja encerrar en templos ni estilos; se cuela en los versos, en las preguntas y en las historias que brotan del alma.

Si hoy la fe suena a Rosalía, tal vez es porque el Evangelio sigue resonando donde menos lo esperamos. Lo importante no es la forma, sino la llamada interior que despierta. Escuchar esa música con el corazón abierto puede ser, también, una forma de orar.


Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.

logo

Suscríbete a Revista Mensaje y accede a todos nuestros contenidos

Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0