Siria: ¿qué pasaría si tuviera que huir?

Gracias al personal local sobre el terreno, el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) puede dar una respuesta adecuada y eficiente a las necesidades de los refugiados y de aquellas personas atrapadas por los conflictos. En Siria, uno de nuestros miembros del personal local, Ahmed, ayudó a poner en marcha algunos de los mayores proyectos en curso del SJR en el país.

Cuando la crisis comenzó en 2012, vi que había que hacer algo. Quería ayudar a los demás y no podía permanecer de brazos cruzados sin hacer nada mientras la gente huía de las bombas. Algunos amigos y yo decidimos crear el Aleppo Family Volunteers, un colectivo formado por un grupo diverso de jóvenes que aportaban sus habilidades para ayudar a los desplazados y a otras personas afectadas por el conflicto.

Cuando Hama estuvo bajo asedio, les llevamos artículos de socorro. Cuando Homs fue atacada, enviamos, entre otras cosas, insulina, colchones y mantas a las víctimas. Juntos, recogimos y distribuimos suministros de emergencia.

Uno de nuestros voluntarios, un sacerdote jesuita, ofreció un espacio en una residencia jesuita en Alepo. Con cientos de desplazados internos recién llegados, la mayoría de ellos de Homs, la organización comenzó a ayudarles, buscándoles viviendas, prestándoles servicios y consiguiéndoles empleos. Alojamos a más de 150 familias y realizamos visitas domiciliarias en las que les llevamos comida, medicamentos, apoyo psicosocial, ayuda laboral y muchas más cosas.

Un par de meses después, la Aleppo Family se convirtió en el principal punto de registro para todos los desplazados internos procedentes de Idleb, Der Alzoor y la región rural de Alepo.

Con la Media Luna Roja Árabe Siria (SARC, por sus siglas internacionales en inglés) y otras ONG locales sobre el terreno, hemos logrado coordinar nuestros servicios para responder a las necesidades de los desplazados internos. La residencia jesuita fue utilizada como refugio temporal para muchas familias, hasta que pudimos encontrarles una vivienda permanente.

El verano de 2012, en el tercer día del Ramadán, cientos de personas huyeron de Alepo oriental a un parque de Alepo occidental. En esa ocasión, compramos y distribuimos comida, pero pronto nos dimos cuenta de que este sistema era insostenible. Conseguimos la aprobación para alojar a los desplazados en una escuela cercana, y solo nos bastó un post en Facebook para encontrar a cientos de voluntarios que limpiasen y preparasen las escuelas como refugios. Muchos en la comunidad local hicieron aportes en efectivo, así como donativos en especies para ayudar a todas las familias recién llegadas.

Dada la diversidad y tamaño de Aleppo Family, rápidamente reunimos dinero y suministros para continuar ayudando y mitigando el dolor de los desplazados internos. En las escuelas, empezamos a cocinar nuestras propias comidas. Llegó el momento en que estábamos gestionando 11 escuelas con cocinas que, más tarde, fueron heredadas por el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR).

En las escuelas se proporcionó apoyo psicosocial, educación, atención médica y actividades recreativas para los niños. Con un número cada vez mayor de beneficiarios, decidimos trasladar la cocina a una pista de tenis cercana para poder proporcionar suficiente comida. Esta fue la primera de las cocinas de campo del SJR en Siria.

Siempre nos aseguramos de mantener la calidad de nuestros servicios, a pesar de la ingente cifra de personas. Comíamos en las mismas cocinas de campo para asegurarnos de que la comida fuera buena. Durante nuestras distribuciones de ropa, las organizábamos como si estuviéramos en una tienda.

A los pocos meses de comenzar nuestra labor, empezamos a trabajar y a colaborar con el SJR. Poco después, arreciaron los bombardeos. Perdimos suministros y el centro jesuita quedó destruido, obligándonos a buscar áreas más seguras. Con el SJR conseguimos expandir nuestras operaciones para ayudar a 12 mil familias y servir 20 mil comidas calientes por día. Se puso en marcha una clínica, así como centros educativos y psicosociales para apoyar y ayudar a todas las familias registradas.

Al terminar 2013, tuve que salir de Siria. Al llegar al Líbano, continué trabajando, principalmente en la búsqueda de fondos para proyectos del SJR en Siria y con donantes, explicando las necesidades reales en el terreno.

Durante dos años y medio seguí gestionando y apoyando las operaciones del SJR en Siria a través de Skype, manteniéndome lo más cerca posible del pueblo sirio y ayudándole lo mejor posible.

Ponte en la situación de los refugiados. Trata de imaginarlo: ¿y si tuviera que huir? ¿Cómo querría que me ayudaran?

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Fuente: http://es.jrs.net

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