Sobre el editorial de Mensaje de septiembre

Sr. Director:

He leído con atención la editorial de la revista Mensaje de septiembre. Quisiera hacer algunas observaciones.

La polarización: Me atrevo a decir que no existe tal polarización que se indica en el al inicio de la editorial. Indicar que existen bandos me parece equivocado. Existe una tensión, sin duda, pero es una tensión que viene de un grupo importante de víctimas que necesitan ser escuchadas, reparadas, que buscan justicia y que se reconozca la responsabilidad de las instituciones y personas que favorecieron los abusos. Plantear el asunto entre «buenos» y «malos» es una entrada equivocada a la compresión cabal del problema.

No reducir el tema a un problema país: Es un problema que afecta a toda la sociedad, sin duda, pero es un asunto que afecta con mayor gravedad a la Iglesia y a las congregaciones religiosas. Tener la liviandad de generalizar señalando que el problema es de todos, sin duda impide que el peso de la responsabilidad caiga con más fuerza sobre aquellos que tienen más poder en la sociedad (Compañía de Jesús) y que exigen y han exigido de manera permanente coherencia y una vida de acuerdo a valores cristianos.

No es solo un problema de encubrimiento: Reducir el debate actual al tema del encubrimiento es un reduccionismo. Es un debate sobre la justicia y la verdad. Pero, sobre todo, lo es sobre el hecho de que hay y ha habido víctimas que sufrieron abusos que nunca pudieron denunciar y que ahora, recién después de muchos años, pueden pronunciarse. Y, en relación con los victimarios, es un problema de negligencia, de complicidad, de ocultar la verdad, de tender a cuidar a las personas y el prestigio de la institución por sobre el dolor de la víctima. Es un problema del abuso de poder y de la degradación del ministerio sacerdotal para cometer abusos y delitos.

¿Encubrimiento legal?: Esta parte es la que me parece más impresentable. El ex Provincial acababa de presentar su informe a la fiscalía y la revista se atreve a dar una lección sobre la distinción ética y legal respecto de lo que es o no es encubrimiento. Incluso, avanzando una defensa que solo pueden determinar los tribunales. Qué lejos se está aún de las víctimas. En vez de aprovechar de decir que pondrán todo a disposición de la justicia, que llaman a la Fiscalía y a los implicados a poner todo lo necesario para hacer justicia, prefieren emitir una opinión desde las alturas para que los lectores nos ilustremos entre lo ético y lo legal. Implícitamente, hacen alusión a un caso: el de Renato Poblete. Y respecto de ese caso se hace una justificación (disfrazada de un simple análisis comprensivo), en que se puede vivir con un abusador sin saber que lo es o cómo actúa. En la Compañía de Jesús se supo de varios casos en los que no se hizo absolutamente nada.

La editorial es preocupante no solo porque no mantiene el tono de lo dicho por el ex Provincial Cristián del Campo, sino porque sigue mirando la realidad y los abusos desde el propio y limitado terreno. No hay ninguna empatía con la sociedad (que en ese editorial para la revista siempre pueden ser posibles fanáticos o aprovechadores) o con los medios (que solo se quieren aprovechar de la noticia) y, menos, desde las víctimas (que en una frase parece que fueran un grupo de busca recompensas). Tal parece que fuese una editorial que representa una defensa solo de quienes han vivido con Renato Poblete, una defensa de aquellos que estuvieron con él y no quieren que los acusen de encubridores. Una mirada que se atreve a dar una opinión más allá de la justicia, adelantando una conclusión. Una mirada que quiere —como antaño— dar cátedra a otros sobre un tema que ni la Compañía misma es aún capaz de comprender. Lamentablemente hoy no estamos para eso. Sobriedad, humildad, poner todo a disposición de la fiscalía, poner todo a disposición de las víctimas y su reparación: eso se espera de la Compañía de Jesús hoy.

Iván Navarro E.

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