Monseñor Bruno Ateba, obispo de la diócesis de Maroua-Mokolo, en el norte de Camerún, denuncia que “los yihadistas son como la bestia del Apocalipsis, como una hidra multicéfala. Aunque le corten una cabeza parece que inmediatamente le vuelve a crecer otra”.
Las mujeres y niñas refugiadas son particularmente vulnerables a todas las formas de violencia sexual y física por motivos de género y, en algunos casos, eso es lo que las empujó a abandonar sus países.
Una reunión con miembros de la etnia fulani, de la República Centroafricana, para hablar de violencia de género y de la educación de las niñas: fue la primera de este tipo que se hacía con esta tradicional comunidad musulmana.
“La presencia humanitaria es un signo de Dios: está presente en aquellas personas que son capaces de servir a otros. Vivir con personas de diferentes culturas y mentalidades también te ayuda a crecer en tu vida personal”.