Dios convierte a una mujer sencilla en la primera de los cristianos, en un ejemplo de vida y de fe que nos sigue acompañando, inspirando y apoyando, especialmente cuando llegan el dolor y la dificultad.
Hagamos camino juntos en este Adviento, busquemos adquirir una actitud de apertura frente al misterio de la encarnación de Dios, dejemos espacio en nuestra agenda para el silencio y el encuentro.
Dios no nos quiere hoy de un modo y mañana de otro. Dios cree en nuestra pasión, en nuestra capacidad para elegir y luego pelear por aquello que hemos elegido.
El problema del gnosticismo es que nos hace creernos mejores: más sabios, más capacitados, más lúcidos. Y eso nos conduce a la otra herejía, la del maniqueísmo: a dividir el mundo en dos.