Cada uno de los cristianos podemos preguntarnos cómo intentamos imitar a Dios en nuestra vocación personal y comunitaria y ser creadores de vida y de belleza en este mundo tan necesitado de amor y de esperanza.
El poder de Dios toma su tiempo para actuar constantemente, por eso es necesario ver con perspectiva para descubrir cómo el poder de Dios es una realidad que nos acompaña.
Somos invitadas por el mismo Jesús a alegrarnos y a vivir contentas porque cada una de nosotras a su paso está dejando nuevas semillas del Reino de los Cielos por cuya construcción Jesús se la jugó.