El gran sueño y el gran ideal de Dios es este banquete en el que participen todos sus hijos, donde no haya distinciones, donde puedan quitarse el dolor y la muerte.
Si hemos participado del banquete del Rey, ¿después llevamos algo e invitamos a nuestros hermanos o nos comemos todo a solas? Domingo XXVIII del tiempo ordinario.
Dios nos dio todo. Nos plantó en la Iglesia, nos injertó en Cristo, nos podó con pequeñas o grandes cruces y nos alimentó. Por tanto, tiene todo el derecho de pedir los frutos. Domingo XXVII del tiempo ordinario.
Ante esta realidad nos toca, para que no nos quiebren, activar la dimensión sapiencial, que es el arte de vivir y de seguir dando vida... y, al mismo tiempo, la dimensión profética, la memoria de la liberación, la narrativa alternativa...