Pienso que el mundo de Dostoievsky (¿o todo el mundo?) se puede dividir entre los que comprenden esa ternura, que siente asco por la “justa” pena de muerte, y los que no.
El presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Santiago Silva, dedicó su editorial a reflexionar sobre la importancia de encontrarnos con el Papa Francisco, sucesor de Pedro, quien nos visita para confirmarnos en la fe.
Un instrumento más de mediación, con el cual promover y apoyar a las iglesias locales en todo el mundo en su labor de evangelización y en una herramienta eficaz para la formación, especialmente de los sacerdotes y catequistas.
No se ha de sacrificar la vida, la dignidad o la felicidad de las personas a ningún poder. Y, sin duda, ningún poder sacrifica hoy más vidas y causa más sufrimiento, hambre y destrucción que esa “dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”.
El deseo de Dios es que la sala del banquete se llene de invitados. Por eso hay que ir a los “cruces de los caminos”, por donde caminan tantas gentes errantes, que viven sin esperanza y sin futuro.
Desviaciones y poca fidelidad. Nosotros hablamos de “crisis religiosa”, “descristianización”, “abandono de la práctica religiosa”... ¿No estará Dios preparando el camino que haga posible el nacimiento de una Iglesia menos poderosa, pero más evangélica; menos numerosa, pero más entregada a hacer un mundo más humano?
“Él está aquí, no duerme”. ¿Qué misterio se encierra en Jesús para tener ese poder en el corazón de las personas? Cómo cambiaría la vida de muchos si le conocieran mejor.
Es una vocación que se vuelve enseguida misión: la misión de ofrecer a la gente, a los niños, pero también a los adultos y ancianos, ocasiones de diversión sana, limpia: diversión sana y limpia, sin necesidad de ir a lo bajo para buscar material de diversión.