¿Somos cristianos a sueldo, o trabajamos solo tratando de alegrar a Dios? ¿Consideramos la salvación como un contrato bilateral, de justicia legal, o como gracia?
La paciencia es sabiduría resiliente que nace de poner en Dios nuestra esperanza; sabiduría creadora que busca soluciones, no salidas; recrear, no matar, ni negar.
Santificar las fiestas es hacer una memoria más explícita, si cabe, de Dios. Es ser conscientes de que Dios es también presencia y guía en el descanso.
Tenemos que tener muy clara la misión: no podemos actuar por el otro, no podemos hacer las tareas del hermano, pero sí tenemos que despertar la conciencia. XXIII Domingo Ordinario.