Enséñanos, Teresa a poner los ojos en el centro del castillo, donde habita el Señor con toda su humanidad y divinidad. Enséñanos a considerar estas cosas del alma siempre con «plenitud, anchura y grandeza».
Tanto en la Iglesia como en la política, en el gobierno, en la familia y en todas las instituciones humanas, es necesario dialogar y escuchar, para tomar la mejor decisión.
¿Quiero ser escogida? Sí, porque Tú entregaste lo más valioso, tu hijo tan solo para salvarnos y compartir ese eterno banquete, gracias Señor por tu llamado.
El gran sueño y el gran ideal de Dios es este banquete en el que participen todos sus hijos, donde no haya distinciones, donde puedan quitarse el dolor y la muerte.