“Él está aquí, no duerme”. ¿Qué misterio se encierra en Jesús para tener ese poder en el corazón de las personas? Cómo cambiaría la vida de muchos si le conocieran mejor.
Realizada en el Parque Simón Bolívar de Bogotá, el jueves 7 de septiembre. En esta, el Pontífice recalcó: “Bogotá y Colombia son, al mismo tiempo, orilla, lago, mar abierto, ciudad por donde Jesús ha transitado y transita, para ofrecer su presencia y su palabra fecunda, para sacar de las tinieblas y llevarnos a la luz y a la vida”.
La presencia viva y real de Jesús. Somos nosotros los que hemos de centrar nuestras comunidades cristianas en la persona de Jesús como la única fuerza capaz de regenerar nuestra fe gastada y rutinaria.
Si los países privilegiados solo buscamos “salvar” nuestro nivel de bienestar, si no queremos perder nuestro potencial económico, jamás daremos pasos hacia una solidaridad a nivel mundial.
Continuando su ciclo de catequesis sobre “la esperanza”, el Obispo de Roma dijo que, “el Señor no quiere hombres y mujeres que caminan detrás de Él de mala gana, sin tener en el corazón el viento de la felicidad”.
Jesús invita a la mujer a dar un salto cualitativo, superando el prejuicio de los judíos con relación a los extranjeros. En esta actitud, se ve reflejada también la experiencia de muchas personas que buscan a Dios desinteresadamente y sin ponerse en la fila de los privilegiados.
¿Seguimos a Jesús colaborando con él en el proyecto humanizador del Padre o seguimos pensando que lo más importante del cristianismo es preocuparnos de nuestra salvación?
“La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles” (EG 47).