De todas las pruebas de los últimos años, Yasmine dice sin dudar que la más difícil ha sido “ser separada a la fuerza de mis hijos y quedarme sola en 2017”.
El 4 de agosto, un enorme incendio arrasó el puerto de la capital libanesa, matando a 204 personas e hiriendo a 6.500. Tres meses después de esta tragedia, el padre Michel Abboud, presidente de Cáritas Líbano, habla de una situación alarmante.
La organización afirma que será necesario rehabilitar las instalaciones sanitarias, las escuelas y las conexiones de agua dañadas, así como proporcionar asistencia de emergencia para las familias más vulnerables, incluidos los trabajadores de la salud y la logística.
Malak*, de 12 años, huyó al Líbano desde Siria con su familia hace ocho años. Es una estudiante de cuarto curso de una escuela pública local en Jbeil y asiste al programa de apoyo educativo del Servicio Jesuita a Refugiados.
Las escuelas del Servicio Jesuita a Refugiados ofrecen un lugar seguro en el que los estudiantes refugiados como Gharam recuperan la sensación de normalidad y pueden continuar con su educación.
El Centro del Servicio Jesuita a Refugiados Frans van der Lugt, entiende las necesidades de los refugiados sirios y ha desarrollado programas específicamente para jóvenes refugiados que quieren continuar su educación.