Algunos empresarios y empresarias nacen por vocación, porque un día, quizá dentro de una crisis, una enfermedad o una depresión, escuchan una voz buena que pronuncia su nombre.
El fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo, en cuanto es su autor. Con lo cual resulta claro que el patrón de medida de la valoración del trabajo es la dignidad del hombre que lo realiza y su finalidad última no es otra que el hombre mismo.
El Santo Padre abre su Mensaje recordando que «la Iglesia debe servir siempre a los enfermos y a los que cuidan de ellos con renovado vigor, en fidelidad al mandato del Señor, siguiendo el ejemplo muy elocuente de su Fundador y Maestro».
Los autores escolásticos llegaron a la conclusión de que precios, salarios, ganancias e intereses se regulaban por los principios de la justicia conmutativa, siguiendo la estimación común que se realiza en el mercado, por lo que debían permanecer libres de la injerencia del gobierno.