Un nombre, al principio de una vida, es tan solo una posibilidad, un deseo o una promesa. Pero lo bonito es irlo llenando de significado a lo largo de la propia historia.
Es mejor dejarse de idealizaciones y exponerse a las realidades, que dejarán sobre nuestras vidas aquellas cicatrices y tatuajes que hablan verdaderamente de quiénes somos, y no tanto de quiénes deberíamos ser.
¿Creo? ¿En qué? Y, sobre todo, ¿para qué? Acostumbrados a vivir de eslóganes o de gestos de poca hondura, el reto es enorme: vivir lo que crees sobre el terreno de lo concreto.
Seguimos pensando que no tener tiempo para nada es un buen síntoma. Sin embargo, a mí cada vez me preocupa más encontrarme con gente que es incapaz de encontrar tiempo para aburrirse.
Francisco Javier Stegmeier, obispo de Villarrica, reflexiona sobre el sentido de descansar y de qué forma un cristiano puede vivir el tiempo de vacaciones.
Condenar a priori posturas e ideas que no responden a un patrón polarizado, propicia los teñidos artificiales, alejando aún más los polos en los grupos sociales, no a partir de las ideas, sino desde la desinformación y la indiferencia.
“La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles” (EG 47).