“Con tan pocas oportunidades, muchos padres sienten que el futuro de sus hijos será el mismo, tanto si estudian como si no lo hacen. Estamos tratando de cambiar esa mentalidad a través de la educación, especialmente con la protección infantil, lo que incluye el derecho del niño a una educación”, dice Joana Gomes, directora del Servicio Jesuita a Refugiados en Goz Beida.
La comunidad de Taizé ha acogido durante años a refugiados de Vietnam, Ruanda, Bosnia, Irak, Siria y, más recientemente, a grupos de jóvenes subsaharianos y afganos de origen musulmán procedentes de los campamentos desmantelados de Calais, en Francia.
La trata de personas es un crimen contra la humanidad, una herida abierta en nuestro mundo, que necesita ser sanada y que debe ser abordada con eficacia, todos juntos.
El fenómeno de la trata y la explotación de menores en el mundo está, por su naturaleza, ampliamente oculto, pero los datos disponibles sobre los casos emergidos en 106 países indican claramente una proporción alarmante.
El Servicio Jesuita a Refugiados – Estados Unidos, con la misión de educar, servir y defender a los refugiados y otras personas desplazadas por la fuerza, utilizó un enfoque integral para reducir el sufrimiento de esta comunidad mediante oportunidades educativas y económicas.
“Nuestra obra se basa en los valores del Evangelio. Creo que estar abierto a los demás y a los diferentes es un desafío para todas las personas, independientemente de su fe. Las palabras de Cristo solo pueden ayudarnos a optar por esa amplitud de miras”, dice el galardonado, Tvrtko Barun sj.
“Los padres no deben perder la esperanza. Tenemos que ser persistentes en el cuidado de nuestros hijos, porque su mañana depende de lo que se les dé hoy”.
“Las causas del fenómeno migratorio continúan siendo estructurales”, porque son fruto de una “violencia estructural” que se refleja “en la pobreza, en la marginalidad, en la discriminación, en la violencia generalizada, en la deportación, a causa de intereses económicos nacionales e internacionales”.