Jesús se nos adelanta a ponerse del lado de las mujeres y niños ninguneados y sufrientes de nuestro tiempo, luchando decidido por su derecho a ser en plenitud.
El verdadero milagro se produce cuando somos capaces de compartir, de salir al encuentro del otro, poner lo que somos y tenemos al servicio de los demás.
La Iglesia tiene un compromiso con el mundo, que no es otro que continuar la obra de Salvación de Dios y mostrar el rostro misericordioso de Jesús a todos los pueblos de la Tierra.
El Reino de Dios es un modo de vivir en el que las estructuras y las personas ponen su acento en los últimos y aspiran a que toda la humanidad viva en justicia, paz y armonía dando gloria a Dios.