Cada uno de nosotros, como bautizados, una vez convertidos, somos también precursores de Jesús y de su salvación; somos voz que anuncia esa Palabra. Segundo domingo de Adviento.
Buscar una paz, posterior a la justicia, que sea capaz de recomponer la dignidad perdida por nuestra sociedad en su conjunto y por cada uno de sus miembros.
Por un lado, debemos vivir en el aquí y en el ahora, velando en el sufrimiento, pero siendo portadores de una esperanza de un Dios vivo que nos provee de un futuro pleno ante Él.