Una reunión con miembros de la etnia fulani, de la República Centroafricana, para hablar de violencia de género y de la educación de las niñas: fue la primera de este tipo que se hacía con esta tradicional comunidad musulmana.
La retirada de estos servicios y la evacuación de los trabajadores humanitarios se añade a la cada vez menor presencia del sector de la ayuda humanitaria en todo el país, lo que evita que las poblaciones afectadas tengan acceso a los recursos básicos.
“La presencia humanitaria es un signo de Dios: está presente en aquellas personas que son capaces de servir a otros. Vivir con personas de diferentes culturas y mentalidades también te ayuda a crecer en tu vida personal”.
Entre septiembre de 2016 y febrero de 2017, más de 100 mil personas se han visto obligadas a huir de sus hogares, aumentando la cifra de desplazados internos.
Esta no debe volver a convertirse en una crisis olvidada sino que, al contrario, hay que generar una respuesta flexible y multifacética adecuada y adaptable para satisfacer las necesidades de los más vulnerables y hacer frente a la actual situación de emergencia.