Como sucede con los más sofisticados androides, la frontera entre la realidad y la apariencia, entre lo natural y lo artificial, entre lo vivo y lo muerto, se difumina y genera desconcierto, confusión y desasosiego.
Jesús resucitado está realmente entre nosotros, aunque nos cueste verlo en medio de tanto dolor y muerte por culpa del coronavirus. Tercer Domingo de Pascua.
Contagiar la experiencia de Jesucristo. Cuando olvidamos la presencia viva de Jesús en medio de nosotros; cuando lo ocultamos con nuestros protagonismos; cuando la tristeza nos impide sentir todo menos su paz; cuando nos contagiamos unos a otros pesimismo e incredulidad... estamos pecando contra el Resucitado.
El Santo Padre en el “Lunes del Ángel” y antes de rezar el Regina Coeli, se centró en la fraternidad como fruto de la Pascua de Cristo que, mediante su muerte y resurrección, derrotó al pecado.