Con la Resurrección se despliega un mundo emocional y de sentimientos que apelan a la alegría, a la esperanza, a la transformación del dolor y de la desesperanza.
“Escuchemos bien: salir de las tumbas de nuestros miedos, porque nuestros miedos son como tumbas, nos entierran por dentro”. Son las palabras del Santo Padre que preceden el Regina Coeli, oración mariana pronunciada, como es habitual, en el tiempo de Pascua. El Papa enfatizó la necesidad de salir y anunciar, “porque la alegría de la Pascua no es para guardarla para uno mismo”.
Jesús cambió el sentido de lo sagrado y nos entregó un mensaje humanizante, una invitación a que construyamos la fraternidad y la justicia, a que le demos un sentido trascendente a todo lo que hacemos aquí en la tierra.
La resurrección es un acontecimiento que opera, precisamente, en medio de los sepulcros de nuestra existencia: es allí, en los lugares de muerte, donde despunta la Vida que renueva la vida.