Tenemos las herramientas adecuadas para ir más allá de una jornada en homenaje a migrantes y refugiados y comenzar a desarrollar soluciones a largo plazo.
Malak*, de 12 años, huyó al Líbano desde Siria con su familia hace ocho años. Es una estudiante de cuarto curso de una escuela pública local en Jbeil y asiste al programa de apoyo educativo del Servicio Jesuita a Refugiados.
La organización internacional, que lleva más de cien años luchando para salvar a los niños en situación de riesgo y asegurarles un futuro, informa que al menos una niña y otros nueve civiles fallecieron como consecuencia de los bombardeos del 25 de febrero en una decena de escuelas en Idlib.
Las escuelas del Servicio Jesuita a Refugiados ofrecen un lugar seguro en el que los estudiantes refugiados como Gharam recuperan la sensación de normalidad y pueden continuar con su educación.