Aunque no lo queramos, somos seres sociales y necesitamos de otros, y no solo para tener lo básico para sobrevivir, sino para dar identidad, amor y sentido a nuestra propia existencia.
No te centres en volcar tus grandes deseos de conversión en uno o dos días intensos, llenos de oración, limosna, ayuno. Dosifica, reparte esos deseos en pequeños momentos conscientes, de intimidad, de vivencia intensa pero breve.
No eres culpable de no querer trabajar, de poner tus principios por encima de los que te quieren imponer, no eres culpable de soñar con una vida tranquila y mejor que la de tus padres.
Pensar en el centro y la periferia puede ser un excelente ejercicio intelectual y espiritual. Puede ayudarnos a interpretar mejor el mundo en el que vivimos y a mirarnos interiormente para descubrir dónde está nuestro corazón.
La vida consagrada, en el fondo, es algo muy sencillo y fácil de entender: es una manera de vivir la libertad, es un modo de vivir la pasión por Dios y por sus cosas, es una forma de decir «sí».
Los cristianos nos entretenemos en negocios de poca importancia, sin ser capaces de ver más allá de nuestro ombligo, de nuestras propias necesidades, miedos, deseos, etc.
En el día anterior de la ejecución prevista, por ahora suspendida, de Lisa Montgomery, los obispos de estadounidenses realizaron un nuevo llamamiento contra la pena capital, recordando que “cada persona está creada a imagen y semejanza de Dios”, y animando a “trabajar para eliminar la pena de muerte” de las leyes estatales y federales del país.