No podemos convertir en creencia que todo nos tiene que ir bien, porque hay cosas que nos toca padecer y sufrir.
Si haces un poco de memoria de los diferentes acontecimientos que te han pasado en la vida, seguro que en alguno alguien te dijo: “todo va a ir bien”. Suele ser cuando va mal, claro. Si no, pierde todo su sentido. ¿De verdad todo va a ir bien?
Con expectativas como estas no me extraña que nos vivamos angustiados y estirados para intentar alcanzar cotas elevadas de nosotros mismos. Ni de puntillas llegamos a esa máxima. Es tan difícil que todo salga bien, que todo tenga un final feliz. Hace unos días muchos adolescentes se han examinado de esa prueba que determina, en parte, el futuro académico. Seguro que muchos de ellos fueron animados con que todo iría bien, pase lo que pase. Pero no es verdad, no creo que a todos les haya ido todo lo bien que esperaban. No es por hundir a nadie ni arruinar, es por situar en realidad: en la vida existe el fracaso, las meteduras de pata, las equivocaciones y los finales inesperados. No todo nos sale bien.
Hay un aprendizaje que se nos hace necesario en la vida. Acogernos fallando y equivocándonos. Si vivimos la vida con el horizonte único de que todo irá bien, puede que nos relajemos lo suficiente como para no implicarnos en el proceso que vivimos. En alguna medida, tener cierto temor a equivocarse, o al menos barajarlo, ayuda a intentar hacerlo mejor y a no estar tan confiado en los resultados buenos que nos olvidemos de buscarlos con todo lo que podamos.
Hay un aprendizaje que se nos hace necesario en la vida. Acogernos fallando y equivocándonos.
Sustituyamos el eslogan: todo puede ir bien o no. Y no pasa nada. ¡Claro que a todos nos gusta lo bueno y lo que está bien! No somos tan estúpidos. No podemos convertir en creencia que todo nos tiene que ir bien, porque hay cosas que nos toca padecer y sufrir. Pensar en una separación, en una pérdida del amor, en una prueba médica… si fantaseamos con que todo irá bien y no resulta así, el batacazo interno es considerable. Pero si manejamos las diversas posibilidades y nos acogemos pasándolo mal y sufriendo, quizás integremos en nosotros una dosis buena de humanidad. Sí, de la humanidad que padece y que sale adelante apostando todo. Vivamos nuestra vida acogiendo lo que vamos viviendo, cuanto más nos pelemos contra lo que nos limita peor. Mira a Rafa Nadal, acogiendo ahora que no puede, ¿todo irá bien? Pues no lo sabe… lo que sí sabe, es que tiene que poner todo de su parte para que sea posible. Eso sí que lo sabe.
Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.