Señor, tu paz exorciza nuestros miedos, y ¡vaya que tienen poder nuestros miedos!
Tu paz, Señor, es fruto de la fuerza del amor que has derramado en nuestros corazones. Es dinamismo de vida, fluye como el agua, ningún poder externo la puede contener, busca salida, es libre.
Tu paz nos humaniza. No es la paz de los cementerios, es la paz de la libertad de conciencia, que nos hace sentir en casa, no extranjeros en nuestra carne y tierra; tu paz es humor, se ríe de aquellos que pretendan secuestrar nuestro destino y se jactan de su poder.
Tu paz, Señor, es subversiva, se revela en grito de vida contra la muerte, en luz contra la noche de nuestro extravío, tu paz me recuerda una fotografía, trágico-tierna, donde un niño se orina sobre el casco de un soldado en posición de combate, en plena guerra, así es tu paz, frágil, tierna y luminosa pero firme contra el poder.
Por eso hoy nos dices: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo». Y lo más hermoso, Señor, es que tu paz, exorciza nuestros miedos, y ¡vaya que tienen poder nuestros miedos!, son, como dice el poeta y rockero León Gieco, «un mostro grande y pisa fuerte», mas tu palabra, Jesús, nos libera, toca nuestras fibras, nos fortalece cuando nos dice: «Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde».
Sagrado corazón de Jesús, en vos confío.
Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega.
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Fuente: http://revistasic.gumilla.org