Sr. Director:
¿Por qué la personalidad de Pepe Mujica ha despertado tanto interés, sobre todo entre los jóvenes? Su figura ha trascendido las fronteras del Uruguay hasta convertirse en el político más destacado de América Latina de las últimas décadas.
Llamó la atención su desprendimiento y consecuencia. No buscó los bienes materiales, y vivió sencillamente mientras fue Presidente y luego en su parcela campestre donde se retiró. No cayó en el frenesí del consumo.
Tampoco se dejó seducir por los ritos que acompañan al poder. Entendió su participación política como un servicio a los ciudadanos y su país. No abusó de sus prerrogativas ni escondió su forma de ser detrás de los oropeles del Estado. Fue siempre el mismo ciudadano que todos conocían y trató a los jefes de Estado y a los poderosos como simples personas.
Enalteció la política al mantener su compromiso con ideales de libertad, justicia social y solidaridad. No sirvió intereses particulares ni de grupo. Llamó a los jóvenes a trabajar por el bien de la sociedad. Los años de prisión templaron su carácter sin sembrar la semilla del resentimiento en su espíritu.
No fue Pepe Mujica una estatua de sal indiferente a los cambios del mundo. Supo adaptarse a los nuevos tiempos sin abandonar sus principios. Con el correr de los años puso énfasis en lo esencial, más allá de trincheras políticas sectarias. Fue un ejemplo de renovación y juventud espiritual, atento a lo nuevo, sabiendo que los desafíos están siempre en el horizonte, nunca en el ocaso de lo que ya fue.
Si hubiera que compararlo con líderes contemporáneos, surgen espontáneamente los nombres de Nelson Mandela y Francisco. La gente tiene un sexto sentido para detectar las virtudes de quienes viven y mueren por sus ideas sembrando el bien.
José Antonio Viera-Gallo