Una mujer fantástica

Sr. Director:

Vi la película Una mujer fantástica y terminé conmovido y cuestionado. Conmovido por la delicadeza del director para entrar en la realidad de las personas de condición transexual. Conmovido por el modo en que las personas trans expanden nuestra experiencia del amor humano, sabiendo que participan del amor divino. Cuestionado ante tanto daño —por ignorancia, por miedo, por prejuicio, por el motivo que sea— que como sociedad y como Iglesia hemos hecho al no acoger a las personas trans. Conmovido frente al don que son las personas trans para nuestra sociedad y nuestra Iglesia, liberándonos de tanta cerrazón machista y sexista. Cuestionado como sacerdote por el modo en que los hemos hecho sentir como si no fueran hijos e hijas amados por Dios… chocheras de Dios. Cuestionado por ser parte de una cultura que les ha dado la espalda y que ha hecho experimentar a la mitad de las personas trans como si no tuvieran el derecho a vivir, empujándolos a terminar con su vida. Conmovido ante la dificultad de una familia por entender y acoger a una persona trans… conmovido ante un cuñado que hace el esfuerzo y que es consciente de su dificultad para convivir, muy a pesar suyo, con una cuñada trans.

Si es cierto que el modo en que nuestra identidad es forjada depende de factores genéticos, biográficos y sociales, no sabemos cómo va a ser en el futuro una cultura que acoge a las personas trans como hermanos y hermanas libres, iguales en dignidad, en derechos y deberes. Sin embargo, gracias a la valentía de mujeres como Daniela Vega y a la hondura de directores como Sebastián Lelio, estamos en camino de transformarnos en una cultura un poco más humana, es decir, más cercana al proyecto de Dios.

Nemo Castelli S.J.

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