Una reflexión sobre la Fiesta de San Ignacio de Loyola: de la tragedia al triunfo

Que la tragedia de quienes se ven obligados a vivir una vida de desplazamiento forzoso se transforme en un triunfo humano.

La historia de la vida de Ignacio me infunde esperanza. Me ha enseñado una lección fundamental: la tragedia, por la gracia de Dios, se convierte en triunfo.

Una bala de cañón rompió la pierna de Ignacio, pero su voluntad de vivir plenamente quedó intacta. Su enfermedad hizo que abandonara sus sueños fragmentados y egoístas y aprendió, en cambio, a vivir el don de la vida renovada exclusivamente para Dios. Y eso supuso encontrar, servir y amar a Dios ante todo el mundo, especialmente ante los que sufren.

Rezo para que la tragedia de quienes se ven obligados a vivir una vida de desplazamiento forzoso se transforme en un triunfo humano. Espero seguir acompañando fielmente a los marginados, a los que se ven obligados a abandonar sus hogares por causa de la guerra y los conflictos, la pobreza, las catástrofes naturales y el cambio climático, etc. Quiero ser testigo de su propio testimonio de esperanza.

El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) me brinda la oportunidad de seguir el ejemplo de Ignacio. La experiencia de la bala de cañón le dejó caminando de manera inestable para el resto de su vida. Todavía, él sacó mucha inspiración de la confesión de San Pablo, “Cuando soy débil, Dios es fuerte a través de mí” (2 Cor 12:10).

El testimonio de vida de Ignacio y de Pablo es una fuente de inspiración para mí, al igual que los desplazados forzosos a los que tengo el honor de acompañar.

La realidad de los refugiados es abrumadora. Sus necesidades son muchísimas (…) consolar y dar oportunidades a los que sufren; reconocer que, a pesar de sus dificultades, están llenos de gracia y fuerza. Estas personas suelen atravesar la incertidumbre con paso firme.

Afortunadamente, tengo muchos compañeros en el JRS: laicos (algunos de diferentes grupos religiosos), compañeros jesuitas y otros religiosos. Como Ignacio, tengo compañeros comprometidos en esta misión.

En el día de la Fiesta del fundador de la orden de los jesuitas, rezo para que, por la gracia de Dios, nuestro trabajo produzca el cambio necesario en estos tiempos tan duros. Para que nuestros hermanos y hermanas refugiados y refugiadas puedan conseguir la integración, la autosuficiencia y la dignidad. Para que sean capaces de encontrar la esperanza.

De esta manera, la tragedia, por la gracia de Dios, se transformará en triunfo.

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Fuente: https://jrs.net/es

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