Vaticano, un pacto global para decir no a las desigualdades

Se realiza en la Casina Pio IV del Vaticano el Encuentro con economistas, ministros de finanzas y banqueros, con el objetivo de desarrollar propuestas para una mejor distribución de las riquezas. Presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, Stefano Zamagni: “La novedad de los últimos treinta años es que son las reglas, es decir, la estructura de las relaciones económicas, las que generan las desigualdades”.

En una época de desigualdades sociales, es necesario recuperar la solidaridad entre los pueblos, los gobiernos y las organizaciones internacionales. Este concepto corresponde al taller que se inauguró el miércoles 5 de febrero en el Vaticano en la Casina Pio IV: “Nuevas formas de fraternidad solidaria, inclusión, integración e innovación”. El evento es organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. Los organizadores reafirman que “la solidaridad es uno de los tres pilares de la Doctrina Social de la Iglesia, junto con la subsidiariedad y el bien común. Desde San Pablo VI hasta Francisco, todos los Papas han hecho especial hincapié en este concepto”. Para la ONU, más de dos tercios de la población mundial vive hoy en países donde la desigualdad ha crecido desde 1990. El 1% de la población de 18 países, entre los cuales están los Estados Unidos, Rusia, India y Brasil, poseen más del 20% de la riqueza mundial.

Para el presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, el economista Stefano Zamagni, “necesitamos un pacto global para cambiar las reglas del juego económico, especialmente a nivel internacional. Es necesario dejar de pensar en corregir las desigualdades interviniendo desde abajo y no desde arriba. Las intervenciones posteriores, es decir, de tipo más o menos asistencialista, podrían haber estado bien hasta un pasado reciente en que las desigualdades estaban bajo control. La novedad de los últimos treinta años es que son las reglas, es decir, la estructura de las relaciones económicas, las que generan desigualdades independientemente de la voluntad de las personas. Hacer que esto se entienda sería un gran logro. Mucha gente piensa que los que están mal, los que están en el fondo de la escala social, no tienen suficientes habilidades, en parte esto es cierto, pero ya no es así. Hoy en día, las desigualdades son provocadas por el modo en el cual funcionan las finanzas especulativas internacionales.

Profesor, ¿las finanzas siguen siendo demasiado influyentes?

Hasta 1980 el volumen de las transacciones financieras era más o menos igual al PIB mundial. Hoy en día el volumen de transacciones es más de cuatro veces mayor que el PIB mundial. Lo que significa que las finanzas de hoy en día se han salido de su ámbito, porque la palabra finanzas viene de la palabra “fin”, es decir, toda actividad que tiene un fin. Hasta hace treinta años, el objetivo era favorecer la economía real provocando el desarrollo. Hoy en día las finanzas son auto-referenciales, es decir, un fin en sí mismo. Hasta que no cerremos los paraísos fiscales dispersos por todo el mundo, especialmente en algunas partes del mundo, es obvio que no se podrá intervenir mucho más. Aquellos que se enriquecen indebidamente, porque el enriquecimiento en la esfera financiera no se debe a la capacidad superior de las personas o al hecho de que hayan inventado algo extraordinariamente innovador, es porque han tenido suerte o no han tenido escrúpulos morales y por lo tanto han obtenido enormes excedentes.

Profesor, ¿estas desigualdades también conducen a las guerras?

La desigualdad siembra odio, siembra la voluntad de destrucción del otro y la violencia, de ahí las guerras no declaradas que luego alimentan corrientes de pensamiento ideológico que tienen otros propósitos. Si pensamos en los fenómenos terroristas, es evidente que la mano de obra de los que operan estos fenómenos proviene precisamente de los marginados, es decir, quienes sufren desigualdades. Está claro que si queremos restablecer la seguridad, como todo el mundo dice que quiere, lo primero es reducir las desigualdades.

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Fuente: www.vaticannews.va

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